Para paliar
mi ignorancia, acudí al diccionario de la RAE y he aquí lo que encontré:
anomia1.
1. f. Ausencia de ley.
2. f. Psicol. y Sociol. Conjunto
de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su
degradación.
anomia2.
1. f. Med. Trastorno del lenguaje que
impide llamar a las cosas por su nombre.
Dudo que
cualquiera de los otros tres candidatos conociera el significado de la dichosa
palabra (bueno, en una de esas Gabriel Quadri sí) y seguro se hubieran quedado
con la misma cara de juat que tenía EPN al escucharla, pero creo que sí se
podría aplicar a la actual situación electoral. Por ejemplo, la definición
médica es aplicable a todos los contendientes, habida cuanta de que en sus
discursos parecen impedidos de llamar a las cosas por su nombre, mientras que
la definición psicológica y social me recuerda aquel momento inolvidable en el
cual López Obrador mandó al diablo a las instituciones, al igual que hoy ha
mandado al diablo a la piel de oveja de su república amorosa y ha comenzado a
desacreditar al IFE de manera temeraria, en algo que parecería la preparación
del escenario para sus protestas post electorales (id tomando vuesas
providencias, vecinos y habituales del Paseo de la Reforma).
Estamos
ante un caso de anomia que parece anemia: anemia en el respeto a la democracia
y anomia ante el desprecio por la decisión que tomen el 1 de julio la mayoría
de los electores, si la misma no favorece al ex candidato del amor.
De pronto,
me da la impresión de que los ultras del pejismo están incubando el huevo de la
serpiente.
*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
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