Terminé de ver la segunda temporada de una de mis series favoritas de todos los tiempos: Shameless, en su versión estadounidense. Si la primera temporada fue fantástica, ésta lo fue todavía más. No conozco programa de televisión más irreverente y transgresor, sin necesidad de quererlo evidenciar (como hacen South Park y otras). Como siempre, las historias extraordinarias, los guiones ingeniosísimos, la ambientación perfecta, la dirección impecable y las actuaciones sublimes. Sexo, violencia, vicios, delito pero también amor, solidaridad, ternura, belleza. Todo ello en la sórdida zona sur de un Chicago marginal y empobrecido.
La familia Gallagher es un canto a lo guarro conmovedor y a lo noble ojete. Lo que cada uno de sus miembros hace para vivir, convivir y sobrevivir literalmente no tiene madre. El gran William Macy, Jeremy Allen White, Cameron Monaghan, Emma Kenney, Ethan Cutkosky, Shanola Hampton, Steve Howey, Justin Chatwin, Laura Slade Wiggins, Zack McGowan, la increíble Joan Cusack y la bellísima y espléndida Emmy Rossum (sigo enamorado de Fiona) conforman un elenco perfecto, entrañable, magnífico. Una serie que hay que ver y tener y que dudo que alguna vez pase por la tele abierta. Espero con ansias la ya anunciada tercera temporada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario