jueves, 15 de septiembre de 2016

Led Zeppelin IV o el álbum de los cuatro signos

La piedra de toque de Led Zeppelin y uno de los discos más importantes en la historia del rock. Conocido popularmente como Led Zeppelin IV (1971), el álbum sin nombre es una obra maestra de principio a fin. Con una sabia mezcla de rock duro, blues, folk y hasta entrañable rock’n’roll a la Little Richard, este plato inauguró el estilo de lo que se llamaría heavy metal. No es sin embargo un trabajo que haya surgido de la nada, ya que continúa y perfecciona lo hecho en sus tres viniles anteriores, sobre todo en el injustamente despreciado opus III.
  Épico, místico, majestuoso, solidamente perfecto, este cuarto disco va de la rítmica y contagiosa sencillez de la rocanrolera “Rock and Roll” a la dulzura de la sutil “Going to California”, de la pesada complejidad de la contundente “Black Dog” al potente sentido bluesero de la apocalíptica “When the Levee Breaks”, de la divertida y crítica ironía antihippie de “Misty Mountain Hop” a la magia folky de la epopéyica “The Battle of Evermore” (con la hermosa voz de Sandy Denny, primera persona invitada en un disco del grupo) y del sentido funk de la inventiva “Four Sticks” a la grandeza sin igual de la inigualable “Stairway to Heaven”, síntesis de todo un álbum de proporciones colosales.  
  Mención aparte merece la ya señalada “When the Levee Breaks”, impresionante recreación de un viejo blues de la compositora y cantante Memphis Minnie, al cual Led Zeppelin reviste de poderío con un arreglo escalofriante en el que las guitarras de Page, la batería de Bonham, el apoyo del bajo de Jones y la voz y la armónica de Plant se funden de manera prodigiosa para levantar una torre de sonido que crece indetenible y estalla en una lluvia de fuego musical que es digno final para este álbum sempiterno.
  Un clásico si los hay.

(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 6 de La Mosca en la Pared, dedicado a Led Zeppelin y publicado en noviembre de 2003)

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