No soy asiduo a las entregas anuales de premios. De hecho, prácticamente jamás las veo. Sin embargo, como de un tiempo para acá me he vuelto asiduo (¿vicioso?) de las series y luego de conocer las nominaciones de este año a los premios Emmy, decidí seguir la transmisión de TNT (sin la horrenda “traducción” al español) de la entrega de dichas preseas, este domingo 17 de septiembre.
Conducido por un estupendo Stephen Colbert, desde un punto de vista formal no ofreció algo nuevo: la misma estructura de siempre en cada entrega de premios (ya sean los Oscar, los Grammy, los Golden Globes, etcétera), las mismas parejas de actores que presentan cada nominación y que lanzan uno o dos chistes para que el público presente suelte la carcajada espontánea o forzada, el homenaje de siempre a los desaparecidos de la industria durante el año que transcurrió entre la ceremonia anterior y esta... En fin, nada que se salga de la norma. Todo transcurrió de un modo demasiado light, demasiado correcto. Hasta los chistes sobre Donald Trump fueron deslactosados, a pesar de la presencia de Alec Baldwin, de John Oliver o del propio Colbert.
Por lo que respecta a los ganadores, la mayor parte de los galardones los obtuvieron dos series. Cinco por cabeza. Una que en México muy pocos pueden ver, ya que es original de la plataforma Hulu: The Handmaid’s Tale, cuya historia de anticipación, basada en la novela homónima de Margaret Atwood, narra la pesadilla de un Estados Unidos del futuro, con un gobierno totalitario y determinado por el colapso ambiental y las enfermedades venéreas, cuyas pocas mujeres fértiles son reclutadas para servir como handmaids (algo así como sirvientas-esclavas) en las casas de la clase dominante y dar hijos a sus patrones, mediante rituales cercanos a la violación. La emisión ganó como Mejor serie dramática, Mejor actriz principal en serie dramática (Elizabeth Moss; sí, la memorable Peggy Olson de Mad Men), Mejor actriz secundaria en serie dramática (Ann Dowd), Mejor director de drama (Reed Morano) y Mejor guión dramático (Bruce Miller).
Cinco preseas tuvo también la fabulosa Big Little Lies de HBO, miniserie sobre los problemas matrimoniales y de clase entre la alta sociedad del norte de California, con un énfasis brutal en la violencia doméstica y el misterio aplastante de un asesinato. Un programa enorme que se llevó los Emmy a Mejor actriz principal de miniserie (Nicole Kidman), Mejor actor secundario de miniserie (Alexander Skarsgård), Mejor actriz secundaria de miniserie (Laura Dern), Mejor miniserie y Mejor director de una miniserie, película o especial (Jean Marc Vallée).
Otros premios destacados fueron para Saturday Night Live (Mejor director de programa de variedades, Mejor actriz de reparto y Mejor actor secundario de comedia, este para Alec Baldwin por su enorme personificación de Donald Trump), Veep (Mejor comedia y Mejor actriz principal de comedia, este para la gran Julia Louis-Dreyfus en su papel de presidenta de los Estados Unidos) y Atlanta (Mejor director de comedia y Mejor actor de comedia), una serie agridulce sobre dos primos que viven en el submundo de los raperos de la ciudad que da nombre a la emisión.
Como Mejor talk show ganó Last Week Tonight With John Oliver; como Mejor actor secundario de drama, John Lithgow, por The Crown (la suntuosa historia de la reina Isabel de Inglaterra producida por la BBC), y el premio a Mejor guión de comedia se lo llevaron Aziz Ansari y Lena Waithe por Master of None, una de las mejores series de comedia de los últimos tiempos.
(Reseña que escribí para el sitio Sugar & Spice)
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