miércoles, 13 de septiembre de 2017

Toda la vida

Terminé de leer esta novela corta de Héctor Aguilar Camín, un relato en forma de literatura negra que me recordó mucho las atmósferas de la gran novela El complot mongol de Rafael Bernal.
  Muy distinta a su obra anterior, la estupenda Adiós a los padres (2014), Toda la vida (Random House, 2016) es un relato que nos remite al misterio de dos mujeres enigmáticas, dos hermanas (las inquietantemente hermosas Liliana y Dorotea Montoya) que fascinan, enajenan, envuelven, obnubilan y hacen enloquecer de deseo y pasión al narrador (Serrano), quien trata de dilucidar lo que hay detrás de un antiguo crimen en el que ambas están implicadas.
  El ambiente siniestro de la política y las oscuras fuerzas policiacas del Distrito Federal de los años setenta del siglo pasado se ve muy bien refejado en personajes de tan dudosa catadura y, sin embargo, tan extraña entrañabilidad como Felo Fernández, el Pato Vértiz, el comandante Neri o Ricardo Antúnez.
  Aquella hoy ya vieja Ciudad de México queda fielmente registrada por la pluma de Aguilar Camín, al acudir a sus ya desaparecidos bares, restaurantes, hoteles de paso y antros de mala muerte. Un retrato de una urbe que para bien y para mal ya no existe, pero sobre todo una trama que inquieta, incomoda y nos hace sentir la misma pesadez de espíritu que aplasta a Serranito, el eterno enamorado de la delirante Liliana. Pero también, quizás, de la fría y calculadora, aunque irresitible, Dorotea.
  Tal vez ese sea el mayor e irresoluble misterio del libro.

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