sábado, 23 de diciembre de 2017

De alianzas políticas contra natura

Como bien escribió Héctor Aguilar Camín, en su columna “Día con día” del pasado lunes, en Milenio, la ideología desapareció, para bien y para mal, de los partidos políticos mexicanos. De ahí que haya sido tan fácil que se produjeran las tres-coaliciones-tres que tendremos para las próximas elecciones.
  La unión entre el PRI, el Partido Verde y la Nueva Alianza de Elba Esther Gordillo es quizá la que va menos contra natura, ya que las tres organizaciones profesan la misma falta de definición política. ¿Son de derecha, son de izquierda, son de centro? A saber.
  La coalición PAN-PRD-MC suena menos lógica, por la ubicación en que siempre han estado sobre todo los dos primeros: los azules a la pretendida derecha y los amarillos a la supuesta izquierda. Por eso se les atacó con fiereza, especialmente desde Morena, hasta que (¡oh, manes del destino!) la entidad de la que es dueño y propietario único Andrés Manuel López Obrador decidió aliarse con el Partido del Trabajo (de filiación norcoreana y propulsado originalmente por Raúl Salinas de Gortari) y con el organismo más representativo de la derecha medieval y ultramontana: Encuentro Social, el dichoso PES. Aunque si lo vemos bien, aquí no hay tanta contradicción: don Peje a veces parecería tener las mismas inclinaciones dictatoriales del gobierno de Corea del Norte que tanto admira el PT y las mismas ideas reaccionarias del PES sobre temas como el aborto, la diversidad sexual y el matrimonio entre personas del mismo género. Se trata, si lo vemos bien, insisto, de una coalición pro natura (¿o sería mejor decir pro vida?).
  Esta coalición, denominada Juntos Haremos Historia, es la única que ha anunciado al que sería su gabinete de ganar las elecciones de julio próximo. Un gabinete en el que, por cierto, no cupieron Alberto Anaya y Hugo Éric Flores (presidentes de PT y PES, respectivamente), como tampoco los más conspicuos, activos y cercanos incondicionales de AMLO. ¿Nos la creemos? Tal vez debamos esperar –ya sólo faltan unos días– a que sea 28 de diciembre.

(Mi columna "Cámara húngara" de hoy en Milenio Diario)

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