sábado, 14 de julio de 2007
Hay noches espléndidas
Anoche, como a las ocho, vino a visitarme L. No nos veíamos desde el concierto de Monocordio en el Hard Rock hace casi dos semanas. ¡Cuánto quiero a esta mujer! A sus veinte y pico de años, L es una chava llena de hermosura, vitalidad, simpatía, calidez, inteligencia y muy buen gusto musical. Estuvo aquí cerca de tres horas y la pasamos más que bien. Ya quedamos que la próxima vez que venga haremos una sesión de música de los ochenta (a ella le encanta, aunque le tocó de muy niña) sin límite de tiempo. De hecho, anoche alcanzamos a escuchar discos de Billy Idol y The Human League. Poco antes de las once pedimos un taxi, la fui a dejar a la casa de una amiga suya en la Letrán Valle y de ahí me lancé hacia los rumbos de la Condesa. Había quedado de ver a P a las once y cuarto y decidimos ir al Ruta 61, para atestiguar la segunda actuación de Peaches Staten. Cuando llegué, el lugar estaba repleto y Vieja Estación terminaba de tocar. Por suerte alcancé la última mesa que quedaba libre y en una posición sensacional, justo detrás de los músicos y cerca de ellos, lo que permite observar todas las incidencias y escuchar los comentarios que se hacen entre ellos. P arribó poquito después. Se veía lindísima. Llegó con su hermano menor, de dieciocho años, quien acaba de venirse a vivir al DF hace unas semanas. Sólo que el chavo se cansó o se aburrió y decidió irse apenas una hora después. Por suerte P (¡cuánto quiero a esta mujer!) se quedó conmigo y fue una compañía maravillosa durante el concierto de la Staten y hasta las tres y media de la madrugada en que en un taxi fui a dejarla a su casa. Respecto a la tocada, estuvo aún mejor que la del viernes. Peaches y Vieja Estación tocaron varios temas diferentes a los de la noche anterior y la energía fue otra, igual de fuerte que en la velada previa pero diferente. Hubo un momento en el cual me vi involucrado en el recital, cuando la cantante de Chicago anunció que cantaría “Wang Dang Doodle” y ofreció invitar una bebida a quien le pudiera decir quién es el autor de ese blues clásico que canta Koko Taylor. Yo pensé que la respuesta saldría enseguida de alguna de las mesas, pero nada. Entonces alcé la mano como buen niño de escuela, ella me vio y le dije: “Willie Dixon”. Listo, me gané la bebida. Muy satisfecha por mi respuesta, se acercó micrófono en mano para preguntarme mi nombre. “Hugo”, le contesté. Luego me comentó que parecía yo alemán o austriaco (chale) y me interrogó sobre mi origen (todo en inglés claro). “I’m from México City”, respondí y la gente apludió. Ja. Estuvo divertido y me gané un vodka tonic. La presentación volvió a dividirse en dos segmentos y otra vez el segundo fue el más loco y animado (tocaron “I’m a Hoochie Coochie Man” –o ”Woman” en este caso- de una manera increíble y cerraron con "Got My Mojo Working"). El último acorde sonó a las tres de la madrugada. Ya de salida, mi amiga Sandra Redmond nos tomó una foto a P y a mí junto con Peaches Staten y le comentó a la blues woman que tengo una banda de rock y que además canto. Ella me miró como si reclamara que no haya pasado yo al escenario cuando ofreció a quien quisiera subirse a tocar o cantar que lo hiciera (“He is very shy”, le dijo Sandra) y prometí que hoy sábado lo haría (digo, ya he pisado varias veces ese estrado). Así que lo más seguro es que esta noche de sábado regrese al Ruta 61 y posiblemente me suba a cantar con la Staten. Ya contaré mañana lo que pase.
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1 comentario:
Andele mi buen Hugo, no muerda el rebozo y saque la casta. Espero las incidencias de su dueto ok?
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