sábado, 19 de enero de 2008

El top ten de las mártires*


Al igual que los ultracatólicos, los izquierdosos fundamentalistas requieren de mártires para alimentar su voraz altar de las inmolaciones. Esto resulta muy claro en México, donde la izquierda más reaccionaria del planeta se apoderó del que hasta hace algunos años era el partido representativo de la gauche y lo convirtió en un ente delirante y esperpéntico, una grotesca corte de los milagros que hizo a un lado cualquier rasgo de principios e ideología para adoptar como leit motiv la teoría del complot (o compló, en su traducción tabasqueña).
EL PRD -que pronto podría convertirse en FAP (¿Frente de Apoyo al Peje?)- es hoy una especie de secta ultramontana que responde a la voz de un líder carismático, quien se comporta como pastor incuestionable, furibundo e inflexible. Entre los dogmas de ese (aún) partido está el del martirologio y por ello cada vez que puede inventa mártires, a fin de adoptarlos y usarlos en pro de La Causa.
A últimas fechas, la izquierda à la droite que padecemos ha enfocado sus baterías hacia las mujeres que sufren o parecen sufrir algún tipo de injusticia, para sobredimensionarlas y utilizarlas provechosamente. Así lo hizo alguna vez con Digna Ochoa y no hace mucho con Ernestina Ascencio, la anciana supuestamente violada en la Sierra de Zongolica. Ya en fechas más recientes fue Lydia Cacho la elegida, pero muy poco le duró el gusto, porque llegó Carmen Aristegui para arrebatarle el primer lugar en el top ten de las mártires progres.
Las cuatro mujeres que menciono me parecen absolutamente respetables y en algunos casos hasta admirables, lo que me resulta patético es ese uso que otros dan a sus casos, para convertirlos en banderas políticas y seudoperiodísticas.
Hoy día, a la cabeza del top ten está, pues, Carmen Aristegui. Pero cuidado: ya se acerca peligrosamente –y a toda velocidad- una nueva mártir que podría desplazarla sin problemas. Su nombre: Ana Gabriela Guevara.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara Húngara" de Milenio Diario.

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