sábado, 26 de enero de 2008

Lo que el viento se llevó*


Entre otras muchas cosas, un árbol que cayó sobre un poste al cual derribó y causó con ello que se rompieran varios cables de luz y que la mayor parte de la colonia donde habito se quedara sin fluido eléctrico durante exactas veinticuatro horas.
El vendaval que azotó a buena parte del Distrito Federal, apenas el miércoles pasado, causó impresionantes estropicios, acabó con cuatro vidas y dejó a varias personas heridas y a casas y vehículos con averías de gran consideración. Sin embargo lo peor no fue eso, sino el hecho de que un fenómeno natural haya vuelto a demostrar que esta ciudad pende de un hilo y que su fragilidad es peor que la del Licenciado Vidriera, aquel personaje fantástico de don Miguel de Cervantes Saavedra.
Debo confesar que yo ni cuenta me di del casi tornado. A esas horas me encontraba en el cine, al lado de la mujer que más aire me hace, en la contemplación de la muy divertida y recomendable película Viaje a Darjeeling de Wes Anderson (no se la pierdan). Sin embargo, al salir nos dimos cuenta de que algo había pasado. Imposible abordar el metrobús. Algunas ambulancias corrían a toda velocidad por los carriles del mismo. La gente se notaba preocupada y/o medio pasmada. En taxi llegué a mi casa, mediante el uso de algunos atajos que conozco, y el apagón era general. La luz regresó hasta el jueves a las seis de la tarde.
Mientras trataba de leer a altas horas de la noche, con dos velitas a mi lado izquierdo, pensaba en Marcelo Ebrard y me preguntaba qué estaría haciendo él en esos momentos. ¿Se encontraba acaso en sus oficinas y dirigía con firmeza a su gente, para que el auxilio a la ciudad fuera lo más rápido y eficiente posible? ¿Estaría pensando en cómo evitar que el vendaval se llevara por los aires al impresionante galerón de bambú donde se expone, en el Zócalo, la obra fotográfica de Gregory Colbert? En esas meditaciones estaba, cuando me quedé profundamente dormido. Cuando desperté, el apagón todavía estaba allí.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

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