A pesar del
largo periodo de ostracismo en el cual se vio envuelta contra su voluntad y que
la alejó de los reflectores por un buen tiempo, ha recobrado su antiguo carisma
y proyecta luces que le conquistan seguidores y audiencia. Hubo gente que no la
quería y que influyó en el hombre de arriba, en el jefe máximo, para que sin
demasiadas explicaciones fuera hecha a un lado. La quitaron del lugar que le
correspondía, pero no se dio por vencida. Esperó, trabajó en un bajo perfil y
poco a poco fue regresando, hasta llegar al sitial que hoy ocupa por méritos
propios y que nadie, incluso aquellos que la han criticado o a quienes no les
cae muy bien que digamos, le puede regatear.
Suave de
trato pero decidida y firme, dice ser dueña de la receta para que todo marche
de la mejor manera y los mexicanos podamos acceder a tiempos mejores. Aunque
algunos exquisitos querrían sobajarla por ser autora de libros que consideran
intrascendentes y populacheros, para el común de las personas esos libros –y
sobre todo uno es especial, el más conocido de todos– fueron muy útiles en lo
relativo a su propia superación personal (aparte de que se vendió muy bien en
Sanborns).
Tiene a dos
rivales enfrente, uno de barba y bigote y otro de aspecto más bien anodino,
pero los sondeos muestran que ninguno de los dos le hace sombra. La verdad,
pienso que tiene todas las de ganar y el hecho de ser mujer le ayudará
sobremanera, a pesar de que sigue sin contar con el aval de su ex jefe.
Así pues,
no tendrá problemas para vencer en cualquier encuesta al bigotón Aquiles Chávez
y al anodino Chef Oropeza. Es Josefina, a quien muchos llaman con cariño
Chepina, el ama de los programas de cocina en nuestro país. Sí, nuestra
entrañable y mítica Chepina Peralta.
*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
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