En el texto
de marras, Bosque cuestiona el hecho de que por discutibles (y bastante
sangronas) cuestiones de corrección política, al hablar y escribir se deba
precisar siempre el género, aun a costa de la gramática. Cosas como que en
lugar de decir “los alumnos de la UNAM” haya que precisar “los alumnos y las
alumnas de la UNAM”, por ejemplo (desde ese punto de vista, el ínclito
intelectual inorgánico Vicente Fox fue precursor en México de este tipo de
expresiones con su “mexicanos y mexicanas”).
Al
respecto, de tiempo atrás me ha parecido un tanto ridículo que a la mujer que
hace poesía se le haya empezado a decir poeta en lugar de poetisa (proveniente
del latín poetissa), sólo porque a algunas personas les sonó despectiva la
terminación isa y pugnaron por “dignificar” a las hacedoras de poemas
llamándolas con el otro término. No repararon, en su ignorancia del idioma, en
que el despectivo de poeta es poetastro y que poetisa no significa desprecio alguno,
por lo que es tan correcto como decir sacerdotisa (femenino de sacerdote) o
profetisa (femenino de profeta). Cierto que por esas presiones en el
diccionario de la RAE se define ahora a poeta como “persona que hace poesía” y
esto abarca a hombres y mujeres, pero ello no significa que poetisa sea un
despectivo (en El libro de estilo de El País, al referirse a la voz
“poetisa” se afirma: “Femenino correcto de poeta”).
En fin,
esto es sólo una muestra de la forma como la dichosa corrección política nos lleva
a extremos tan absurdos como inquisitoriales. Signo de estos tiempos
abominables de puros, puritanos y puristas.
*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.
1 comentario:
Como ya no están ni Nikito Nipongo ni Antonio Alatorre, nos toca exhibir esas perlas deleznables.
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