Ya que
mencioné a Murakami, cuando yo era niño, allá por los años sesenta del siglo
pasado, en el pueblo de Tlalpan (hoy tan lamentablemente coyoacanizado) el
dentista más conocido era un odontólogo japonés que tenía ese apellido y que
figuraba como el terror de quienes padecíamos alguna caries o nos salía la muela
del juicio. El doctor Murakami era un bruto, un carnicero, el más temible quita
dientes que yo recuerde. Era un tipo chaparrito que se parecía al emperador
Hiroito y cuyas escalofriantes técnicas se basaban en un sadismo y una crueldad
tipo Yakuza. Al menos así lo conservo en mi memoria.
Quizá de
ahí provenga cierto rechazo mío a todo lo que provenga de la tierra del sol
naciente (bueno, el sushi no me disgusta) y sin embargo…
Cuando
tenía doce o trece años, mis primeras calenturas se debieron a una joven
japonesa que alimentaba mis fantasías eróticas preadolescentes, me provocaba
sueños húmedos continuos y lograba invadir muchos de mis más entusiastas
momentos de ocio onanista. Su rostro tal vez no era el más bonito, pero esas
piernas, dios santo, esas bellísimas piernas… Esos muslos sin par, enmarcados
por una sugerente minifalda que dejaba todo y dejaba nada a la imaginación…
Esas extremidades prodigiosas, las de la señorita Cometa, vaya que hicieron que
aquellos años resultaran más amables y divertidos.
La serie
pasaba por las tardes en el Canal 5. Eran los tiempos de la televisión en
blanco y negro, pero ello aumentaba el encanto de la institutriz, quien se
hacía acompañar por un muñeco en forma de dragón (Chibigón) y trabajaba como
niñera de dos chavitos tan torpes como simpáticos, mismos que respondían a los
nombres de Koyi y Takeshi.
Gracias a
Wikipedia, hoy sé que la actriz que hacía a Cometa se llama Yumiko Kokonoe
(durante el Campeonato Mundial de futbol de Japón y Corea, en 2002, Andrés Bustamante,
en su papel de Ponchito, logró hacerle una sensacional entrevista para Los
Protagonistas; ahí, mi antiguo símbolo sexual se presentó como una mujer de más
de cincuenta años de edad que aún trabajaba para la televisión de su país).
Por aquella
época, el mismo canal 5 también trasmitía una serie japonesa de dibujos
animados que yo veía con cierta asiduidad y que fue como el principio del alud
de animaciones niponas. Astroboy era un niño robot que volaba y luchaba por la
justicia. Pero jamás superaría en emoción y simpatía al gran Súper Ratón, a
quien ya mencioné en mi columna del mes pasado.
En ese
Tlalpan de los años sesenta, teníamos un cine, el Cine Tlalpan (hoy sala Ollin
Kan, chale), en el que sólo recuerdo haber visto una cinta japonesa: Godzilla
contra Mothra. De Godzilla, ya se sabe que es como un dinosaurio enorme y
colmilludo al que le encanta meterse a las ciudades y destrozar edificios; en
cuanto a Mothra, era una especie de mosca gigantesca que se la pasaba peleando
con Godzy a lo largo de la película. Francamente, no me acuerdo quién ganaba.
Mi único
encuentro real con un japonés (aparte del sanguinario dentista Murakami) se dio
en 2004, en la ciudad de París, en la rive droite, frente al Hotel de Ville.
Ahí, un sonriente joven nipón me pidió que le tomara una foto con su cámara y
accedí gustoso. Luego, se ofreció a tomarme una instantánea idéntica y así
aparecí para la posteridad, a un lado de ese falso hotel (que en realidad es la
sede del ayuntamiento parisino). Eso fue todo.
¿Cómo dicen?
¿El rock japonés? La verdad, paso sin ver… y sin escuchar.
(Publicado en mi columna "Bajo presupuesto" de la revista Marvin)
(Publicado en mi columna "Bajo presupuesto" de la revista Marvin)
5 comentarios:
No has oido a Té? a Gutevolk? a Mono? a World´s End Girlfriend? Piana? a Pizzicato Five? a Cibbo Matto? ...
Es muy interesante lo que dices. Los japoneses y los mexicanos han colaborado a lo largo del tiempo ya sea para importar tecnología a nuestro país, recordemos también la Obra del Ing. Hiroshi Kamio, quien construyó el Acuario de Veracruz, y la magistral actuación de Toshiro Mifune en la película mexicana "Ánimas Trujano" de Ismael Rodríguez, del año de 1962, donde hace el papel de Indio Zapoteca, el único detalle es que la voz de Toshiro fue doblada por Narciso Busquets. Pero me gusta tui comentario, a mí me encantan las japonesas, son muy lindas. Gracias Hugo.
Pues mi infancia también fue impresa la música japonesa, tanto que me he puesto a buscar melodías que poco tienen que ver con el j.pop de hogaño, Saludos
¿Ha leído a Ryounusuke Akutagawa? Si no lo ha hecho,se lo recomiendo ampliamente,no se va a arrepentir.Un saludo desde Orizaba,Veracruz,la bella pluviosilla :)
¿Ha leído a Ryounusuke Akutagawa? Si no lo ha hecho,se lo recomiendo ampliamente,creo que le va a gustar.Un saludo desde Cd. Mendoza Veracruz,Sr Michel :)
Publicar un comentario