Ahora, a lo
largo de estos tres meses previos a las elecciones presidenciales, el odio es
aún más fuerte y no dejo de asombrarme con las reacciones de muchas personas a
las que conozco y a las que siempre he considerado como inteligentes y sensatas
y quienes, sin embargo, han mudado su comportamiento de una manera asombrosa,
para transformarse en entes cuasi primitivos que responden a estímulos inducidos y
que adoptan falsas percepciones, como si fueran dogmas religiosos que repiten
de un modo automático y maniqueo.
Me asusta
cómo tantos amigos y amigas con quienes siempre he llevado una buena relación y
con los que ha habido un afecto que yo consideraba más fuerte que cualquier idea, de
pronto me miran con desconfianza y me consideran una basura, por el solo hecho
de no compartir sus preferencias políticas. No entiendo que se hayan vuelto tan
acríticos y que repitan mecánicamente frases hechas y conductas preconcebidas; que
todos se muevan en una misma dirección, obedientes y sin cuestionar a su líder
espiritual; que su inteligencia se vea trabada de tal forma que se hayan
convertido en feligreses de un pastor perverso y mentiroso, chantajista y
manipulador, ambicioso y retrógrada.
Muchos de ellos y de ellas son
individuos que escriben, que hacen música, que hacen periodismo, que se dedican a la actuación, que
pintan, que dibujan, que hacen foto, que leen, que estudian y que de pronto, como si sus
mentes hubiesen sido abducidas, responden al unísono para actuar todos de idéntico
modo y convertirse de sujetos en objetos llenos de ira, de coraje, de odio, de
violencia verbal, de una ceguera intelectual que los ha convertido a la vez en ovejas dóciles de un Mesías falsamente amoroso y en lobos feroces,
dispuestos a destrozar a dentelladas a todo aquel que ose cuestionar a su ídolo
de barro.
No hay
razonamiento posible con ellos y ellas. Todo se ha vuelto unidireccional en sus
cerebros. Basta la palabra del pastor para que la adopten sin una sombra de duda. Si él
dice que determinados medios están en su contra, todos se van contra esos medios. Si él
afirma que hay una mafia que quiere impedir su llegada al poder, todos vociferan
contra esa supuesta mafia. Si él dictamina que habrá un fraude en las elecciones,
todos comienzan a gritar que habrá un fraude. Así, sin poner jamás en duda la
palabra sagrada del mandamás. De ese modo fue en sus tiempos con otros dictadores. Son masas irracionales que aclaman al líder que los llevará
a arrojarse por el barranco.
¿Qué
sucederá en los próximos días? ¿Cómo reaccionarán ante la casi segura derrota
de su candidato? ¿Se lanzarán a la protesta ciega y quizá violenta? ¿Se dejarán
manejar por el cuarto de guerra de este hombre y sus feroces allegados… o habrá
de pronto algo que los despierte y los saque de ese estado de hipnosis en que
se encuentran y del que les urge salir antes de convertirse en obedientes y
sacrificables peones, en lamentable carne de cañón de intereses egoístas y
enfermos de poder? Ojalá no suceda algo de lo que todos terminemos por arrepentirnos.
5 comentarios:
Muy buena reflexión.
Muy buena reflexión, y la historia se repite y se repite y se repite...
Querido maestro nuevamente me atrevo a preguntar; que hacer entonces? de los que 4 que tenemos para escoger todos son igual de nocivos, en la misma medida, no votar no lo considero de utilidad, votar simbolicamente como ud. dijo que lo hara, es una idea bastante romantica pero nadamas, que hacer? quedarse cruzado de manos viendo como el pri regresa a insatalarse otros 80 años, dejar que el pan vaya por sus 80 años? que hacer, estamos condenados a ver pasar la historia como espectadores? por los caminos legales y tradicionales nada va a cambiar que hacer maestro, que hacer?
Querido Hugo: Comparto todas y cada una de tus ideas, todas y cada una de tus sensaciones. ¿Me creerías si te dijera que todavía no me repongo de muchas de las cosas que me sucedieron en 2006? ¡Y lo que me falta! Te mando un fuerte abrazo y te felicito por tu claridad y por tu sinceridad. Álvaro Cueva.
De verdad es lamentable la posición que han tomado muchos (no todos) de los simpatizantes de López Obrador, lo que le sucedió el miércoles pasado a Carlos Marín es una muestra de que muchos de los autoproclamados "gente de izquierda" ( que de izquierdistas tienen lo que yo de buen cristiano jajajajaja), resaltan mas por su ignorancia aunque ellos insistan en tratar de demostrar lo contrario.
¿Cuantos de ellos leen Milenio y a Carlos Marín? Para demostrar con pruebas que el periodista es un Peñanietista.
Yo me considero una persona de izquierda pero de ningún modo me identifico con estas ideas pero en fin.
Un Saludo Don Hugo
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