miércoles, 29 de agosto de 2012

The Who


¿Alguna vez han dejado de existir los Who? Se supone que la leyenda de este grupo nacido en 1964 terminó en 1982, cuatro años después de la muerte de su hiperactivo y delirante baterista Keith Moon. Fue en ese año que Pete Townshend, Roger Daltrey y John Entwistle anunciaron el fin del cuarteto. Sin embargo, volverían a reunirse más de una vez, incluso después de que el propio Entwistle falleciera en un hotel de Las Vegas (of all places), cuando estaban a punto de iniciar su gira norteamericana de 2002. Hoy sólo queda la mitad de la legendaria agrupación. Se fue la parte rítmica –y a la vez la más bizarra– de la banda, pero quedaron el cerebro (Townshend) y el corazón (Daltrey) de la misma.
  ¿Qué significan los Who para el rock? ¿Cuál es su verdadera importancia? Aparte de ser los precursores de movimientos como el rock sinfónico, el punk y el rock ochentero, aparte de ser integrantes fundamentales de la influyente ola inglesa de mediados de los sesenta, aparte de ser los creadores de la ópera rock (aunque hay quienes aseguran que este honor corresponde a The Kinks), aparte de su actitud salvajemente nihilista (fueron los primeros en destrozar sus instrumentos en escena, algo que les copiarían desde Jimi Hendrix hasta Kurt Cobain), irónica (su sentido del humor sólo puede ser comparado con el de los Hermanos Marx) y políticamente incorrectísima (recordemos a Townshend al propinar tremendo guitarrazo en la cabeza al líder yippie Abbey Hoffman en el festival de Woodstock o a Keith Moon al pasearse por las calles de Londres disfrazado de oficial nazi), aparte de grabar algunos de los álbumes imprescindibles de la historia del rock (sobre todo el Who’s Next), aparte de todo eso, The Who representa el lado más lúdico, inteligente, provocador y al mismo tiempo dulce y conmovedor del género que revolucionó a la cultura de la segunda mitad del siglo veinte. Cuatro locos que se juntaron por algún extraño y afortunado capricho del destino, para dar a luz a una de las más altas manifestaciones del arte musical de la centuria pasada. Una explosión incontrolable; un sonido inaprensible; un brazo que giraba con la fuerza de un aspa de molino; un micrófono que daba vueltas vertiginosas sobre nuestras cabezas; guitarras, amplificadores, tambores y platillos hechos pedazos; una voz que imploraba con desgarrada angustia: “See me, feel me, heal me”. Los hechiceros del pinball.

Editorial del No. 18 de los Especiales de la Mosca, publicado en marzo de 2005.