viernes, 7 de septiembre de 2012

La marcha de Radetzky


Nunca había leído al escritor polaco-austrohúngaro Joseph Roth y ahora veo de lo que me había perdido. Aunque tengo desde hace años un par de novelas suyas (ésta y Confesiones de un asesino), jamás me había nacido leerlas y fue un poco por casualidad que llegué al autor. Me hice amigo en facebook de Andrea Bravo Paz un día que mencionó a Philip Roth (quien nada tiene que ver con Joseph, salvo el apellido y el origen judío) y de pronto me preguntó si había yo leído al otro Roth. Le dije que no y me recomendó su novela La leyenda del santo bebedor, pero como no la tenía y aún no la tengo, busqué en mi biblioteca La marcha de Radetzky (Bruguera) y leí las primeras páginas. Me atrapó y la adopté para leerla toda. Hoy que la he terminado, puedo decir que fue una decisión muy afortunada.
  El libro narra la saga digamos antiheroíca de los Trotta, una familia de origen campesino cuyos integrantes, por un azar del destino, se convierten en nobles por la gracia del emperador austriaco Francisco José. En efecto, durante la batalla de Solferino (1859), entre las fuerzas austriacas y francesas, el teniente Joseph Trotta le salva la vida de manera un tanto burda y circunstancial al aún joven soberano y este acto de heroicidad hace que el humilde soldado sea ascendido a capitán y nombrado barón, título que heredarán su hijo y su nieto.
  La novela sigue la historia de las tres generaciones de la mediocre familia, al tiempo que vamos viendo la decadencia del Imperio Austro-Hungaro, hasta la muerte del emperador (quien por cierto era el hermano mayor de Maximiliano de Hapsburgo) en plena Primera Guerra Mundial. Más de medio siglo recorre el relato y lo hace con un estilo impecable, directo, ameno, atento a los detalles del entorno, pero también a los rasgos psicológicos de los diversos personajes que van surgiendo y desapareciendo. De pronto, aparece una finísima ironía. Roth sabe burlarse con elegancia de aquel mundo lleno de falsedad, hipocresía y doble moral.
  Lo del título se debe a que la “Marcha Radetzky” de Johann Strauss (ver video) aparece como un leit motiv en varias partes del libro, al ser interpretada por diversas orquestas o bandas militares y resulta muy significativa para los tres Trotta.
  Una novela mayúscula, fascinante, muy entretenida y absolutamente recomendable.

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