Día agitadón y adolorido. Por la mañana me lancé a Milenio para dejar mi recibo de Laberinto. Me comentó José Luis Martínez que mi reseña del libro de Víctor Roura, publicada el sábado pasado, causó algunas incomodidades y que por lo pronto, mañana saldrá un texto de Braulio Peralta (mencionado por Víctor como uno de sus muchos enemigos) al respecto. Habrá que leerlo. Saludé a mi querida Alicia Quiñones.
Regresé y como a las cuatro vino Denisse. Pedimos una pizza y estuvimos platicando muy rico. El único problema fue que mi muela empezó a darme problemas de nuevo. Tanto que tuve que llamar al dentista y me ofreció recibirme a las siete de la noche. Eso acortó por desgracia la visita de Denisse, aunque quedamos en vernos dentro de ocho días, muela mediante.
El doctor me recibió en realidad hasta después de las ocho y salí de ahí a las diez de la noche, aunque ya sin la molestia. Eso de las endodoncias y las infecciones y los conductos es una friega. Pero ya me sentí mejor. Ahora tengo cita para el lunes.
Ni hablar.
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