Nunca había visto completa esta divertida cinta de Jean-Luc Godard. Sólo conocía sus tres escenas más famosas y difundidas: la de la carrera en el Louvre, la del baile en el café y la del minuto de silencio.
Aunque se supone que es un thriller (la historia de tres estudiantes de una academia de inglés -dos hombres jóvenes y una muchacha- que planean robar en la casa de la tía de la chica), Godard lo maneja más como una comedia negra y aunque el filme está basado en la novela pulp Fools Gold de Dolores Hitchens, lo que menos parece importarle aquí al director es la narración en sí. Por eso el ritmo es cambiante (de pronto lento, de pronto vertiginoso) y por eso la cinta se va tanto por los momentos de acción pura como por los de reflexión acerca de tópicos como la atracción sexual, el aburrimiento juvenil, la creciente influencia de la cultura gringa en la cultura cotidiana francesa y el decaimiento de los valores tradicionales en aras de una liberalización que por ese entonces (el año 1964) crecía en el mundo y que se convertiría en la gran revolución cultural de los años sesenta (aún faltaban cuatro años, por ejemplo, para el estallido del movimiento estudiantil francés).
Entretenida y sórdida, con las actuaciones principales de Anna Karina (Odile), Claude Brasseur (Arthur) y Sami Frey (Franz), más la música de Michel Legrand, Bande à part es un clásico no sólo de la nouvelle vague sino del cine de todos los tiempos. En ella se manifiestan muchas si no es que todas las características cinematográficas de Godard.
Fascinante.
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