Dicen que su música suena tal como él se ve. Porque Leon Bridges, a pesar de tener tan sólo 27 años, se viste con el elegante estilo que lo hacían legendarias estrellas del soul y el rhythm n’ blues de los pasados años sesenta, como Otis Redding y Sam Cooke y, sí, su música es muy parecida a la que interpretaban ellos.
No se trata sin embargo de algo impostado o de una burda imitación. Este compositor y cantante nacido en Fort Worth, Texas, en junio de 1989, suena auténtico y desde sus inicios no ha hecho sino escribir canciones con ese viejo sonido tan entrañable que tenían los intérpretes de casas disqueras como Stax y Atlantic (nada que ver en cambio con el pasteurizado sonido Motown). De hecho, su álbum debut y hasta ahora único (Coming Home, 2015), fue grabado de manera análoga en un viejo estudio de su terruño y al escucharlo, uno no puede sino remontarse a la época en que aparecieron discos como Night Beat de Sam Cooke, Otis Blue de Otis Redding y The Wicked Picket de Wilson Pickett, todos ellos de mediados de los sesenta.
Bridges posee una voz aterciopelada que no requiere de los múltiples trucos de estudio que utilizan quienes hoy dicen interpretar soul y r&b. Nada de vocoder, codificadores de voz y efectos de ese tipo que suelen disfrazar las deficiencias vocales. En Coming Home todo está grabado en crudo y suena de maravilla, como podemos escuchar en composiciones como “Better Man”, “Twistin’ and Groovin’”, “Lisa Sawyer”, “River” o su mayor éxito, la homónima “Coming Home”.
¿Es válido que los músicos jóvenes recurran al pasado en busca de inspiración? ¿No se trata acaso de un retroceso? Jack White, por ejemplo, ha demostrado con creces que no es así y que en la llamada roots music se puede encontrar la fuente de la renovación y conseguir algo tan necesario como lo es refrescar a la artificiosa música actual.
(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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