Después de las densas atmósferas de The Man Who Sold the World, David Bowie retornó a los terrenos en los cuales había incursionado en Space Oddity, es decir, aquellos de las canciones más sencillas, con mayor sentido armónico y melódico. Hunky Dory (1970) es una obra más apegada al pop, sin que ello signifique un sentido negativo. Por el contrario, se trata de una magnífica colección de temas sólo en apariencia sencillos. Si en su segundo disco había caído en ciertas tentaciones metaleras, quizá debido a la presencia de Mick Ronson, esta vez la guitarra del peculiar instrumentista pasó a un plano más discreto y son los teclados de Rick Wakeman los que van marcando la pauta a lo largo de los once cortes del álbum.
Hay aquí composiciones soberbias, empezando por la contagiosa “Changes” y siguiendo con pequeñas joyas como “Oh! You Pretty Things”, “Song for Bob Dylan”, “Kooks”, “Quicksand” (lejanamente neilyoungiana), “Queen Bitch” (claro homenaje a Lou Reed y The Velvet Underground) y la maravillosa “Life On Mars”.
Un trabajo lleno de frescura e inventiva, de variedad y colorido, Honky Dory es un gran disco de Bowie.
(Reseña que escribí para el Especial No. 10 de La Mosca en la Pared, dedicado a David Bowie y aparecido en abril de 2004)
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