Producido por Robert John “Mutt” Lange, el último álbum de AC/DC antes de la inesperada muerte de Bon Scott es, paradójicamente, una de las dos obras maestras de la agrupación.
Scott fallecería apenas seis meses después de la aparición de Highway to Hell (1979) y con él se iría una parte fundamental de la historia del grupo. Scott llevaba un ritmo de vida absolutamente desenfrenado y los excesos terminaron por cobrarle la factura y colocarlo en medio de la carretera al infierno.
No deja de resultar irónico que en la letra del tema que da nombre al disco, la hoy clásica “Highway to Hell”, el buen Bon hablara, desde la perspectiva de un rufián, de su negativa a enmendar el camino (“Hey Satan, paid my dues / Playing in a rockin’ band / Hey Mama, look at me / I’m on my way to the promised land”). En ese sentido, se trata de un extraño epitafio para una existencia quizás irresponsable, aunque artísticamente rica y generosa.
Pero hay otras canciones igualmente duras y extraordinarias. Desde ese irresistible rock que es “Girls Got Rhythm” hasta la provocadora, machista y sexista “Walk All Over You” (“Reflections on the bedroom wall / And there you thought you’d seen it all / We’re rising falling like the sea / You’re looking so good under me”), pasando por cortes tan sacudidores como “Touch Too Much”, “If You Want Blood (You've Got It)”, “Beating Around the Bush”, “Get It Hot” y esa absoluta maravilla de amplia influencia bluesera que es “Night Prowler”.
Un gran disco por donde quiera que se le escuche.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial de La Mosca en la Pared No. 28, dedicado a AC/DC y publicado en febrero de 2006)
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