Terminé de ver Ingobernable, la serie-telenovela que hace pocos días estrenaron Argos y Netflix en esta plataforma de televisión en línea. No me referiré a ella desde el lado televisivo, porque el especialista en el ramo de esta casa es mi querido Álvaro Cueva. Prefiero externar un par de impresiones que me causó ver los 15 capítulos de su primera temporada, sobre todo desde un punto de vista político.
Primero y antes que nada: no me la creí. La premisa de la que parte me resultó altamente inverosímil. Eso de que la primera dama del país se convierta en la enemiga pública número uno del gobierno y se transforme de pronto en una mezcla de Jessica Jones y la Reina del Sur, me cuesta tragármelo (imagine usted a María Esther Zuno o a Marta Sahagún disparando metralletas). Aun si aceptamos la convención, las correrías de Emilia Urquiza, acusada de asesinar a su marido, el presidente de México, se ven más falsas que un billete de doce pesos. Luego la intrépida e ingobernable señora se refugia en Tepito y con la ayuda de cinco (sí: cinco) habitantes de ese barrio, pone en predicamento a las fuerzas armadas del país, a la CIA y a la DEA. ¿Neta?
Sin embargo, lo que más me brincó es ese afán por retratar al Ejército Mexicano como un nido de corrupción infiltrado por el narco y como un aparato represor que asesina, encarcela y tortura impunemente al “pueblo” (inquietante coincidencia, por cierto, con lo que Andrés Manuel López Obrador ha declarado en fechas recientes sobre el mismo ejército; esa visión epigmenista-obradorista de nuestros militares, a los que caracterizan como si fuesen milicos sudamericanos de los años setenta, no creo que guste mucho en el seno de las fuerzas armadas).
Técnicamente, no hay tanto que cuestionar. La serie cuenta con buena producción y buena dirección. El problema es político y está en ese afán de seguir viendo la realidad mexicana en blanco y negro, sin matices, con buenos (ellos) y malos (la pinche mafia en el poder). Ingobernables.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
1 comentario:
De acuerdo y no. La serie me gustó porque creo que es la primera donde no veo burros y carretas. No me imagino a Zahagun corriendo pero si a la gaviota. La parte de los desaparecidos y lo del ejército efectivamente no me gustó. Sabemos que la policía es la que hace esas cosas mayoritariamente. Y la actuación de la querida de Presidente es malisima, queriendo imitar a la villana gringa típica.
La serie puede de mejorar eso sí, pero tampoco es mala.
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