Pocas agrupaciones hay que elaboren una música tan finamente intrincada, tan inteligente y sensiblemente sofisticada, tan hermética y tan hermosa como Grizzly Bear.
Desde su primer disco, esa joya de la psicodelia minimalista que es Horn of Plenty (2004), este grupo neoyorquino (de Brooklyn, para mayor exactitud), liderado por Ed Droste, ha mostrado su inclinación por una música laberíntica, cuyos senderos se bifurcan en mil direcciones, una música que renuncia al facilismo comercial y exige del escucha un esfuerzo extra para adentrarse en su propuesta. Quien lo logra, obtiene una enorme recompensa: la de la belleza artística plena, demostrada en sus seis álbumes subsiguientes, en especial maravillas como Yellow House (2006), Veckatimest (2009), Shields (2012) y el flamante y deslumbrante Painted Ruines (2017), su más reciente opus.
Tras cinco años de ausencia discográfica, Grizzly Bear ha regresado con un disco de rock de cámara riquísimo en texturas, en armonías vocales y arreglos instrumentales que van de lo estrictamente minimalista a la elaboración de repentinas paredes de sonido.
Las composiciones de Droste son capaces de brindar melodías memorables sin caer jamás, paradójicamente, en el estribillo sencillo de repetir: memorables mas no fácilmente memorizables.
Así, piezas como “Wasted Acres”, “Mourning Sound”, “Three Rings”, “Losing All Sense”, “Neighbors”, “Systole” o “Sky Took Hold” son capaces de llevarnos a la emoción más profunda, a pesar del hermetismo de sus letras, tan sólo con sus exultantes y exuberantes atmósferas que lo mismo remiten a la psicodelia que al rock progresivo o el post rock.
Con una producción impecable y ajeno a las modas que impone el marketing, fuera del mainstream y por ende de los grandes reflectores, Painted Ruines es un trabajo de delicadísima orfebrería musical, una obra que pide ser escuchada completa muchas veces, con atención y hasta con devoción, para abrirnos las puertas de su muy particular percepción.
(Publicado el día de hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)
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