martes, 11 de noviembre de 2008

Sobre el amor, el trabajo y otras bachas


No deja de llamarme la atención el tono de algunos de los mensajes que he venido recibiendo en este blog, a partir de que comencé a andar con Denisse. No me refiero tanto a aquellos comentarios en los cuales se me lanzan insultos o se hacen sugerencias ofensivas y/o de muy mal gusto acerca de nuestra relación (por supuesto que esos no los publico), sino a algunos que tratan de prevenirme sobre la casi imposibilidad de un noviazgo (llamémosle así, aunque a mí la palabrita me brinca) entre una joven de su edad y un hombre maduro (es un decir) como quien esto escribe. Sé que hay quienes lo hacen con la mejor voluntad y se los agradezco. Otros de plano muestran que, a pesar de sentirse liberales y progresistas, mantienen en el fondo ideas sobre la moralidad tan rancias como las de las abuelas de la época porfirista. Me resulta increíble que en pleno siglo veintiuno, con todos los rollos sobre la diversidad y la tolerancia, etcétera, aún persistan visiones tan conservadoras y anquilosadas, sobre todo provenientes de gente joven. A algunos y algunas incluso les molesta que Denisse y yo no sólo nos amemos, sino que además seamos tan felices y la pasemos tan bien juntos. Como que la dicha ajena les irrita.
  También veo que, haga lo que haga, escriba lo que escriba, saltarán sobre mí para cuestionarlo todo. Tal vez debería sentirme adulado por eso, porque significa que mucha gente está al pendiente de mi vida (expuesta intencionadamente en este diario virtual que es mi blog), pero no deja de resultarme sorprendente que haya por ahí tantos lectores furibundos que no aceptan mi calidad de ser humano común y corriente, de persona normal (es otro decir) que come, bebe, duerme, va al cine, usa el metrobús, ve la tele, frecuenta a sus amistades y familiares, se equivoca, ríe, sufre... y se enamora.  Querrían que me dedicara en cuerpo y alma a trabajar en la reaparición de La Mosca, sin distracción alguna. Quizá deba decir de nueva cuenta que estoy trabajando en ello, pero que tengo que hacer otras cosas para subsistir y que son esas chambas y no mi relación con Denisse lo que me roba algún tiempo en relación con el proyecto post-moscoso. A nadie le importa más el regreso de la Mosquita, transformada en lo que sea, que a mí mismo. Pero también me importa estar con alguien tan maravilloso como ella, al igual que me importan mi banda (Los Pechos Privilegiados) y algunos otros proyectos en puerta, aparte de estar con la gente querida que me rodea y que es mucha. En fin, ya veo venir la ofensiva de mensajes supuestamente ácidos con los que algunos inquisidores (que no críticos) se desahogan. Son los gajes del oficio. Ni modo. Yo me metí en esto por mi propia voluntad y he de soportar vara. Los leeré todos y publicaré los que no vengan cargados de insultos y de odio. Tan simple como eso.

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