jueves, 2 de diciembre de 2010
Woody Allen ha cumplido 75
Es uno de esos tipos que uno pensaría inmortales. Ha convivido tantos años con nosotros que también se le piensa entrañable y hasta confidente. Cumplir 75 años se dice fácil, pero representa, en la vida de alguien como Allan Stewart Königsberg, mejor conocido como Woody Allen, la consecución y consolidación de una obra cinematográfica y literaria originalísima, única, singular.
"No me asusta la muerte, pero prefiero no estar allí cuando suceda".
Como feliz seguidor de Allen a lo largo de cuando menos cuatro décadas –recuerdo haber visto Robó, huyó y lo pescaron (Take the Money and Run, 1969) en la pantalla grande por allá de 1970–, no puedo menos que congratularme por el septuagésimo quinto onomástico del buen Woody, a quien a fuerza de ver prácticamente todas sus películas (algunas de ellas varias veces) y de haber leído sus libros de cuentos, algunos de sus guiones y dos o tres volúmenes de entrevistas, siento tan cercano y con el que me identifico tanto.
“El sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír”.
Hace diez años, una amiga y yo fundamos (entre en broma y en serio) un club de admiradores de Woody Allen que tan sólo admitiría a dos integrantes: ella y yo.
“El amor es la respuesta, pero mientras usted la espera, el sexo le plantea algunas preguntas”.
Allen divide opiniones entre quienes lo aman y lo odian, pero creo que son (somos) muchos más los primeros. La pasión por sus filmes llega a convertir a muchos en nerds, pero si se sabe guardar cierta distancia crítica, su cine se vuelve aún más disfrutable. De ese modo, películas como Stardust Memories (1980), Comedia sexual de una noche de verano (1982), Zelig (1983), Broadway Danny Rose (1984), La rosa púrpura del Cairo (1985) o Radio Days (1987) se convierten en parte no sólo de una educación cinematográfica, sino de una educación sentimental (sobre todo en el sentido que le daba Flaubert a la expresión).
“Hay peores cosas en la vida que en la muerte. Si has pasado una tarde con un vendedor de seguros sabes a lo que me refiero”.
Cierto que la obra de Allen es desigual y que combina obras maestras con cintas irregulares. Nunca serán lo mismo maravillas como Manhattan (1979) y Crímenes y pecados (1989) que productos aceptables a secas como Misterioso asesinato en Manhattan (1993) o La Maldición del escorpión de jade (2001), pero aun en los filmes “menores” de este realizador, siempre encontraremos algo que nos haga reír o, mejor aún, sonreír, gracias a sus guiños inteligentemente neuróticos. Es el caso, por ejemplo, de cintas más o menos recientes como Anything Else (2003), Scoop (2006) o Whatever Works (2009), tan despreciadas por ciertos críticos exquisitos y que yo encuentro altamente divertidas y aleccionadoras. Es comedia pura, sí, tal vez sin tantos elementos filosóficos, pero perfectamente gozosas y en absoluto decadentes.
“Fui expulsado del colegio por copiar en el examen de metafísica; miré en el alma del muchacho que se sentaba a mi lado”.
Para los cinéfilos tardíos que descubrieron a Woody Allen con Match Point (2005), habría que decir que detrás de esa película hay casi cuarenta más que deben ver. Cuando menos no deben perderse algunas de las ya mencionadas atrás, así como otras joyas: Alice (1990), Maridos y esposas (1992), Disparos sobre Broadway (1994), Poderosa Afrodita (1995), Everyone Says I Love You (1996), Deconstructing Harry (1997), Celebrity (1998) y Sweet and Lowdown (1999). En lo personal, no soy tan fan del cine “serio” de Allen (con excepción de Interiores, de la excepcional historia dramática contenida en Crímenes y pecados y tal vez de Match Point). En cambio, sus libros de relatos como Sin plumas, Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, Adulterios o Perfiles me resultan perfectamente deliciosos.
“El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía, es una de las mejores”.
Ahora que Woody Allen ha cumplido 75 años de vida (su biografía en sí misma es una película que debería filmarse), millones de sus seguidores a lo largo y ancho del planeta nos felicitamos por tenerlo aún entre nosotros y, lo que es mejor, en plena actividad creadora.
“¿Existe el Infierno? ¿Existe Dios? ¿Resucitaremos después de la muerte? Ah, no olvidemos lo más importante: ¿Habrá mujeres allí?”.
¡Feliz cumpleaños 75, Woody!
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