domingo, 2 de octubre de 2011

2 de octubre no se olvida*

Sí, el 2 de octubre no se olvida. No debe olvidarse. Es una fecha memorable por una y mil razones, todas relacionadas -por supuesto- con lo que se recuerda ese día y que todo mexicano bien nacido no puede ignorar. El segundo día del décimo mes del año tiene implicaciones de todo tipo. ¿Cómo no pensar en los mártires cuyo sacrificio tanto significó para las generaciones siguientes? Todos ellos habían luchado por aquello en lo que creían y todos ellos tenían a su lado esa compañía que de muy diversas maneras les aseguraba la inmortalidad. Esa dulce inspiración que a diario nos acompaña es la que nos hace acometer toda clase de empresas, muchas veces heroicas. Se trata de ese halo que nos envuelve y hace que marchemos siempre hacia adelante, sin temor a quienes se oponen al avance de los mejores ideales de la humanidad. Por eso es que el 2 de octubre es un día tan especial. Porque resume en unas cuantas horas todo ese trayecto previo, lleno de escollos, de obstáculos mil, de pruebas que diversos hombres y mujeres tuvieron que superar hasta llegar a aquel lugar donde juntos se encontraron, en una reunión de almas que compartían un mismo anhelo, una idéntica ilusión, que lejos de sentir miedo se atrevíeron a desafiar al maligno destino que los acechaba amenazante y funesto.
  ¿Ingenuos? ¿Confiados? ¿Candidos? Puede ser. Porque se trataba de conciencias bien intencionadas que se sabían dueñas de una razón, su razón, y eso les otorgaba el suficiente valor para no dar un paso atrás. Sobre todo porque con ellos estaba esa presencia luminosa e inmaculada que les daba una seguridad absoluta y les permitía creer, pensar en que nada malo habría de acontecerles. Gracias a esa presencia prácticamente intangible pero que el instinto nos dice que está allí, a nuestro lado, ellos y ellas lograron unirse como una sola fuerza que puso a temblar a esas estructuras podridas que habían establecido sus bases en la corrupción, el latrocionio, la violencia, el crimen. Por eso las fuerzas oscuras los aborrecían, porque aquellos espíritus libres y rebeldes tenían como aliado a ese ente poderosísimo que conduce nuestros pasos con esmero, cuidando que jamás nos salgamos del camino trazado por la justicia inmanente.
  El 2 de octubre no se olvida. No debe olvidarse. Porque es la fecha en la cual celebramos lo mejor de nosotros mismos y con ello sabemos que valió la pena el sacrificio de aquellos mártires generosos que ofrendaron sus vidas al aliento de una causa noble y digna y gracias a los cuales hoy podemos aspirar a cosas mejores, a pesar de los presagios ominosos que nos rodean cual negros nubarrones. Y es justo en estos momentos de peligro e incertidumbre cuando más debemos acudir a la misma presencia que inspirara a esos antepasados que ofrendaron sus existencias por nosotros. Vayamos a la fuente cristalina desde la cual brota la luz de la esperanza en un mundo mejor. No dejemos que aquella inmolación haya sido en vano. Porque esa fuerza que hoy tanto requerimos está ahí, al lado de cada uno de nosotros, tal como lo estuvo al lado de cada uno de aquellos que nos antecedieron en este valle de lágrimas. Conmemoremos pues, festejemos a quien ha dado al 2 de octubre toda su importancia, toda su trascendencia como día único e inolvidable. Pensemos en él mientras repetimos la celebre plegaria que dice:

Ángel de la guarda,
dulce compañía,
No me desampares
ni de noche ni de día.

  Porque el día de hoy, 2 de octubre, es el día del Ángel de la guarda, es la fecha en la cual el calendario religioso celebra a ese ángel protector y bondadoso que siempre está con nosotros y que todo mexicano católico, apostólico, romano y bien nacido no puede ignorar bajo circunstancia alguna. ¡Felicidades a todos los angelitos de la guarda!

*Publicado en Milenio Diario en octubre de 2001.

1 comentario:

Unknown dijo...

A riesgo de parecerle un idealista empedernido y sin remedio, don Hugo, he de confesarle que siento que los esfuerzos actuales por conmemorar esta fecha tan importante dentro del calendario de la memoria histórica nacional deberían estar enfocados a la búsqueda de coyunturas entre los jóvenes y el medio escolar en el que se desenvuelven: si los muchachos argumentan que su derecho a la educación nadie se los quita justo sería entonces que reflexionaran acerca de ciertas laceraciones que sufre la fementida potestad cuando ocurre alguna de esas triquiñuelas con las que pretenden ellos mismos engañarse y darle la vuelta a los maestros.

Hacer que retomen el camino de la conciencia a través de la lectura, la escritura y las expresiones artísticas en general, que ocupen las redes sociales para procrastinar sanamente, que sean ellos quienes construyan puentes de respeto entre las diferentes formas de pensar para evitar problemáticas tan graves como el acoso escolar, que... Caramba, ya me excedí.

Pero estrategias que no sólo se quedaran bonitamente impresas en un papel a dos o tres o cuatro tintas, sino acciones reales y tangibles para entrar en el ritmo de vida que nuestros muchachos llevan hoy día, de manera tal que ninguno de ellos quisiera quedarse fuera de la jugada porque ya han visto que las bondades de ser gente alivianada son más atractivas y numerosas que las de andar por ahí de maloras.

Yo creo, muy democráticamente y salvo lo que usted pueda pensar, eminentísimo, que esa sería una manera genuina de rendirles el debido tributo, de corazón, a quienes un día lo sacrificaron todo por levantar el nivel de educación que hay en este país.

Saludos.