Hechos como
el ocurrido a nuestro director general editorial, Carlos Marín, a quien una
turbamulta claramente pejista agredió en plena calle y a la luz del día, no
deberían suceder en una ciudad que se precia de ser liberal y avanzada. La cosa
se pone peor aún, cuando en las redes sociales abundan quienes justifican la
acometida y hasta acusan a Carlos de provocador, por el “atrevimiento” de
cruzar entre esa gente.
Algo
similar le ocurrió al columnista de El Universal Ricardo Alemán, unos días
antes, aunque cuando menos a él los valientes “progresistas” no le lanzaron
escupitajos. Pero el susto fue también mayúsculo.
En su texto
clásico “El 18 brumario de Luis Bonaparte”, Carlos Marx se refería a un sector
del proletariado al que denominada como lumpenproletariado, conformado por “una
masa informe, difusa y errante”. Esa masa estaba conformada no por obreros, no
por el proletariado en sí, sino por una capa social más baja, manipulable, a la
que la aristocracia y la alta burguesía solían utilizar a manera de grupos de
choque o como bandas para hostigar, aterrorizar, atacar e incluso liquidar a
sus oponentes. No cuesta mucho trabajo saber quiénes representan en estos
momentos a la versión mexicana de ese lumpenproletariat.
Tolerancia,
respeto por las opiniones y preferencias políticas de los demás, es lo que
clama una amplia mayoría de mexicanos en estos instantes críticos, justo en la
víspera de las elecciones presidenciales. ¿Imperará dicha tolerancia a lo largo
de mañana y los siguientes días, semanas y tal vez meses o debemos prepararnos
para el ciego embate de ese nuevo y promiscuo lumpenproletariado contra las
instituciones democráticas?
Tal vez en
unas horas lo sabremos.
1 comentario:
El ataque a Marin se me hizo innecesario, personas que claman por el México mejor deberían ser personas civilizadas y tolerantes, emplear medios de dialogo y no medios violentos que no han sido provocados.
Saludos.
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