These New Puritans y el mejor disco del año que se fue. |
Sin que haya existido un acontecimiento verdaderamente estremecedor, para bien o para mal, el rock que se hace en el planeta siguió dominado por el liderazgo de aquel que se hace en los países anglosajones y es de éstos que surgieron los mejores álbumes de los doce meses que se acaban de ir. Varios grupos y solistas consagrados sacaron nuevos discos y otros, de cuño más o menos reciente, pusieron en circulación segundas o terceras obras que los consagraron o los hicieron tropezar. No hubo platos que cambiaran al género, pero sí al menos una decena de obras de arte, lo cual podría parecer poco. ¿Un año mediocre entonces? Yo no diría tanto. Tal vez se haya tratado, acaso, de una anualidad de transición.
¿Qué fue lo más destacado en el rock que se hizo en 2013? Desde mi particular punto de vista, lo más notable fue el regreso discográfico (y en el primero caso incluso físico) de cuatro viejos exponentes del rock: David Bowie, My Bloody Valentine, Nine Inch Nails y Pearl Jam. Bowie había desparecido prácticamente durante una década y su retorno nos tomó en verdad por sorpresa. Fue una grata situación, porque su álbum The Next Day, sin llegar a la altura de los discos clásicos del británico, resultó un trabajo muy digno y disfrutable y quizá represente el inicio de una nueva etapa como artista. My Bloody Valentine reapareció con el homónimo m.b.v., de una finura shoegaze plena de delicadeza introspectiva. En el caso de NIN, Trent Reznor volvió por sus fueros con Hesitation Marks, una placa llena de madurez que no por ello pierde ese filo cortante y agresivo que siempre lo ha caracterizado. Por su parte, los de Seattle produjeron Lightning Bolt, su primer disco en cuatro años, una obra contundente, vertiginosa, impecable. A mi modo de ver, uno de los tres mejores álbumes del 2013.
Grandes obras de arte del año fueron Field of Reeds de esa agrupación inclasificable que es These New Puritans, Once I was an Eagle de la cada vez más asombrosa Laura Marling, Loud City Song de la grandiosa Julia Holter, …Like Clockwork de los tremebundos Queens of the Stone Age, Personal Record de la siempre original Eleanor Friedberger, Kveikur del misterioso Sigur Rós (otro regreso, de hecho), Amok del Atoms for Peace de Thom Yorke y, de manera muy sobresaliente, The Electric Lady de la extravagante (y en una de esas hasta extraterrestre) Janelle Monáe.
Pero si hay que hablar de un disco fuera de serie, ese fue AM de Arctic Monkeys, el aún joven cuarteto inglés que ha realizado un álbum que es casi un manifiesto de lo que es y ha sido el rock británico, un elepé sin desperdicio, rocanroleramente glorioso. Desde mi humilde opinión, el disco del año.
Otros álbumes dignos de mención: The Invisible Way de Low, Overgrown de James Blake, Modern Vampires of the City de Vampire Weekend, Random Access Memories de Daft Punk y, aunque no logró convencer a muchos especialistas, Reflektor de Arcade Fire.
En México, el año estuvo marcado por esa tendencia infumable de convertir al rock en un ente promiscuo, al tratar de fusionarlo (es un decir) con la cumbia, la canción ranchera y la música grupera (la presencia estelar de los Ángeles Azules en el festival Vive Latino fue la culminación de ese grosero proceso). Mientras tanto, el llamado underground mexicano sólo mostró a tediosos exponentes convencidos de que cantar en inglés los hará consagrarse algún día en el plano internacional. A pesar de ello, hubo trabajos discográficos estupendos, en especial Eclipse de memoria de La Barranca (a mi parecer, el disco nacional de 2013), Infinito de Alejandro Otaola e Iraida Noriega y el curioso –y bueno– Vayijel del grupo tsotsil del mismo nombre. Además, sin ser discos de rock en sentido estricto, cabe mencionar al Quasianimal de Los Músicos de José, Cinema Mandril de Sr. Mandril, Marte en cero de Iris Bringas, Mudanza de Xavier y el divertido No corro, no grito, no empujo de Triciclo Circus Band. Muy grises y decepcionantes, en cambio, los que hicieron Café Tacuba, Zoé y Julieta Venegas.
2014 promete ser un año interesante, pero es mejor no adelantarse. Por lo pronto, 2013 fue un buen año a secas para el rock en el mundo.
Los cinco mejores discos de 2013
1. These New Puritans. Field of Reeds. Una auténtica obra de arte. Composiciones de intrincada armonía, constantes rompimientos rítmicos y melodías etéreas que van de la belleza más celestial a las oscuridades más infernalmente escalofriantes. Avant-garde, jazz, rock, aires clásicos y pasajes que parecen parte del score de una película inexistente. Estos These New Puritans parecen destinados a ser la agrupación de vanguardia sine qua non durante muchos años más.
2. Arctic Monkeys. AM. Un vehículo de placer total y absolutamente rocanrolero. La reivindicación del rock en un viaje gozoso por territorios de enorme contundencia musical y con un espíritu desafiante y altivo que resume lo mejor del rock inglés desde sus orígenes hasta la actualidad, pasando por el punk, el new wave, el movimiento ochentero y el brit pop, todo ello perfectamente fusionado en un estilo fresco e irresistible. Un plato en verdad espléndido.
3. Janelle Monáe. The Electric Lady. Monáe continúa imparable y sigue haciéndonos pensar que es una extraterrestre genial. Con la tercera parte de su monumental concepto Metropolis y luego del monumental The ArchAndroid de 20010, esta joven cantante, compositora, arreglista y productora estadounidense establece que lo suyo es la más compleja variedad musical. Un trabajo impactante.
4. Laura Marling. Once I Was an Eagle. Intimista, provocativa, intensa, sensual, la música de Marling resulta perfecta para su voz cálida e intencionada que en este álbum se ve enmarcada por una instrumentación sobria y austera. Gran ejecutante de la guitarra acústica, en la que parece heredar los estilos en dicho instrumento de un Jimmy Page o un David Gilmour, Laura es además la más auténtica heredera de la ya retirada Joni Mitchell. Un disco para almas etéreas y espectrales de esta joven y talentosísima británica.
5. Pearl Jam. Lightning Bolt. Una trabajo estupendo. Uno de los mejores álbumes de Pearl Jam, incluso me atrevería a decir que casi a la altura del legendario Ten de 1991 o del Vitalogy de 1994. Sin embargo, hay marcadas diferencias, sobre todo porque se trata de un sonido perfectamente actualizado y que por fortuna no recurre a nostalgias baratas. Doce composiciones extraordinarias que lo mismo recrean el clásico sonido del grupo que incursionan en nuevos aires estilísticos. Un feliz regreso a las andadas.
(Publicado, con ligeras variantes, el pasado miércoles 1 de enero en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario).
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