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Adriana Manzanares Cayetano, víctima de los "usos y costumbres". |
En su cuento “La mujer sentada”, publicado en 1943, el escritor y dramaturgo Sergio Magaña narra la historia de una joven, habitante de un pueblo perdido de la provincia mexicana, a quien su padre prácticamente regala como esposa al viejo cacique del lugar. Poco resignada a su suerte, la muchacha logra encontrarse en las afueras del poblado con el joven que ama y en una escena narrada con sublime elegancia, se entrega a él justo en la víspera de su boda con el anciano carcamán. Por desgracia, esto se sabe y la casi niña es llevada esa misma noche, por su progenitor y el cacique “deshonrado”, a un descampado, donde cortan de tajo un pequeño árbol, dejan sobresalir una parte del delgado tronco a centímetros de la tierra, le sacan punta y obligan a la desventurada ninfa a sentarse en ella, para que la monstruosa arma la penetre y la desgarre por dentro. Al día siguiente, una callada muchedumbre contempla el cadáver de la infortunada que se atrevió a acostarse con el hombre que amaba y que no se guardó para el tipo al que la tenían destinada. Eran los usos y costumbres de la época y la región.
Recordé el impactante cuento de Magaña, luego de conocer esta semana el caso de Adriana Manzanares Cayetano, la joven indígena que en 2007 fue golpeada por su familia y linchada por los habitantes de El Camalote, en la comunidad indígena de Ayutla de los Libres, en Guerrero, acusada de haber tenido relaciones extramatrimoniales mientras su marido se encontraba en los Estados Unidos y de haber asesinado al bebé que llevaba en el vientre, cuando en realidad se trató de un parto prematuro en el que el niño nació muerto. Pero esos son los usos y costumbres de esa zona y por ello estuvo varios años en la cárcel, hasta que fue liberada hace unos días por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Son los usos y costumbres que tanto defienden algunos personeros de nuestra izquierda, siempre tan progresistas. Usos y costumbres que no deben ser permitidos por más que provengan de algunos grupos indígenas. No si queremos ser en verdad un país moderno y civilizado.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de
Milenio Diario).
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