Poco antes de afiliarme al Partido Mexicano de los Trabajadores (el PMT dirigido por Heberto Castillo y Demetrio Vallejo), en la segunda mitad de los años setenta, se dio una escisión de la cual surgió el Partido Socialista de los Trabajadores (PST), dirigido por Aguilar Talamantes y entre cuyos dirigentes estaba gente como Jesús Ortega, Carlos Navarrete y Graco Ramírez.
En el PMT sabíamos que el PST era un partido pseudo izquierdista con funciones de esquirolaje y había la certeza de que por debajo del agua recibía un fuerte apoyo económico del gobierno lopezportillista (que en 1977 le otorgó el registro, algo que nunca sucedió con el PMT).
Aguilar Talamantes es el antecesor de tantos progres actuales que desde el PRD, Morena, Convergencia o el PT navegan con bandera de izquierda y en realidad carecen de una formación ideológica que pueda identificarlos como tales. El oportunismo, el pragmatismo, el cinismo, el gatopardismo, la corrupción ética y moral, el afán por puestos y dineros, el populismo y otros males que hoy aquejan a eso que se autodenomina como izquierda proviene en buena parte del tipo de política que ejercía el PST de Aguilar Talamantes y que sus herederos en –repito– el PRD, Morena, Convergencia o el PT siguen practicando alegre y descaradamente.
Es en ese contexto que llega a la presidencia perredista Alejandra Barrales y aún no consigo interpretar qué significa esto, no sólo para el partido del sol amarillo, sino para el resto de la “izquierda” y para el país, en vista a las elecciones de 2018. ¿Cuál será el papel de Barrales –quien acaba de declarar en el 3de3 que gana más de 12 millones de pesos al año– en la búsqueda del candidato presidencial del PRD? ¿Apoyará a su ex pareja, Miguel Ángel Mancera? ¿Se rendirá ante López Obrador y le entregará el partido en bandeja de plata?
No se pierda la continuación de este intrigante episodio.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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