Chuck Berry, Willie Dixon, Rufus Thomas, Buddy Holly y otros grandes compositores del blues, el soul y el rock and roll proporcionaron la materia prima esencial para la grabación del primer disco de los Rolling Stones, una obra sorprendente por su vitalidad rasposa y su espíritu absolutamente negro. A poco más de medio siglo de haber sido grabado, The Rolling Stones (1964) permanece extraordinariamente fresco a lo largo de sus doce cortes, de los cuales sólo uno (la balada acústica “Tell Me”) fue escrito por la mancuerna de compositores que haría historia: Jagger y Richards.
La elección de los temas ajenos no pudo ser mejor y resulta –vista hoy día– una verdadera declaración de principios a favor de la música hecha por los negros norteamericanos, tan apreciada en la Gran Bretaña de principios de los sesenta como ignorada en la Norteamérica blanca de la misma época. Así, canciones que actualmente son memorables pero que en aquellos días eran oscuras y desconocidas –como “Route 66”, “Carol”, “Not Fade Away”, “I’m a King Bee”, “Walking the Dog” y ese blues rotundo y esplendoroso que es “I Just Want to Make Love to You”– sonaron –y siguen sonando– absolutamente rocanroleras en manos del entonces joven quinteto londinense.
En cuanto a “Tell Me”, la única composición original, se trata de breve pieza, tranquila y melodiosa, que dio a los Stones su primer éxito no sólo en Inglaterra sino también en los Estados Unidos. De hecho, su estilo más bien popero, muy a la Mersey, muy a la beatle (la melodía recuerda en algo a “Not a Second Time” de Lennon y McCartney), rompe con toda la tendencia grasosa del disco, si bien no desentona e incluso le da un toque de elegancia al álbum.
Cabe decir que la versión que aparece en The Rolling Stones es más larga que la que se usó en la radio y en posteriores ediciones recopilatorias.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 11 de La Mosca, en mayo de 2004)
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