"Sí voto, pero en las tres últimas elecciones presidenciales
lo he hecho simbólicamente por Heberto Castillo".
Texto y foto: Héctor González
Ciudad de México. "Siempre digo que soy músico antes que periodista, pero no me creen", cuenta Hugo García Michel y no le falta razón. Desde joven aprendió guitarra y más tarde formó la banda Los PechosPprivilegiados. Ex miembro del Partido Mexicano de los Trabajadores, abandonó la militancia más no la ideología zurda. Hoy, vive del periodismo y rodeado de cocodrilos de adorno. Lectorum acaba de reeditar su novela Matar por Ángela.
¿Qué sobrevive de sus estudios con los salesianos?
¡Híjole! Quedan recuerdos de una disciplina católica muy fuerte. Yo era niño bueno y aplicado, pero todavía me tocó la época de los castigos físicos. Nunca los padecí, pero vi, por ejemplo, cómo ponían a los alumnos en el patio de rodillas, a pleno sol, cargando dos ladrillos con los brazos abiertos. Cuando dejé la religión católica, abracé la religión socialista durante muchos años. Ahora soy un crítico de todo eso.
¿Quiénes son más radicales los católicos o los socialistas?
Creo que los socialistas y los comunistas. Al final, toda la izquierda resulta más religiosa. No aceptan críticas y menos si son con humor, me consta.
Cuando un izquierdista se queda sin representación partidista, ¿qué le resta?
El individualismo; en este momento, no me afiliaría a ningún partido.
¿No vota?
Sí voto, pero en las tres últimas elecciones presidenciales lo he hecho simbólicamente por Heberto Castillo, quien para mí es el único político realmente honesto que ha existido en el México contemporáneo. Sé que es como anular el voto, pero lo prefiero a ser cómplice de los partidos actuales.
¿Se vale matar por amor?
Literariamente sí, aunque en la vida real creo que no. Al menos yo sería incapaz. No puedo ni matar una mosca. Una vez me llevaron a pescar en Tamaulipas y agarré un bagre; apenas vi al pobre animal sacudirse, lo regresé al agua.
¿De plano corazón de pollo? No tiene esa fama.
La gente tiene una imagen de mí debido a mis críticas y piensa que soy una especie de demonio. A la hora de escribir, se me va el corazón de pollo.
¿En qué momento llegó el rock?
Desde que nací. Mi hermano, el cineasta Sergio García, quien me llevaba 10 años, oía rock todo el tiempo. Crecí escuchando a los Teen Tops, Los Locos del ritmo, etcétera.
¿Ése es rock?
Sí, era imitación y una copia de Chuck Berry y Little Richard, aunque con letras ingeniosas. Enrique Guzmán era un buen hacedor de letras, pero se volvió baladista como tantos otros.
¿Cuál fue su primer disco?
El primer disco que compré con un sueldo, de mi primer trabajo en la adolescencia, fue Led Zeppelin I y el primero que compré con los domingos que me daba mi papá fue In A-Gadda-Da-Vida de Iron Butterfly. Ahora ya no compro discos. Durante mi época como director de la revista La Mosca me los regalaban las disqueras y actualmente escucho formatos digitales o mis viejos viniles.
¿Por qué no le gusta el rock mexicano?
Al rock mexicano le falta la esencia negra, la perdió a raíz de que el rock argentino llegó a influirlo. Gente como Cerati le hizo mal al rock nacional porque lo descafeinó y lo volvió pop. Me tocó estar en Avándaro, en 1971, y la mayoría de las bandas cantaba en inglés; creo que siempre ha faltado identidad.
¿Entonces el rock mexicano está más del lado del pop?
Totalmente. La mayor influencia del actual rock mexicano es la banda Timbiriche. Luis de Llano debería ser reconocido como uno de los hacedores del rock nacional.
¿Ahí mete a Café Tacuba y la Maldita Vecindad?
Sí, totalmente.
Por eso no lo quieren...
Bueno, no todos. Santa Sabina, Jaime López, El Personal o La Barranca tienen todos mis respetos. De los actuales solo salvo a Ruido Rosa, los demás no me dicen nada.
¿Recomienda ser autodidacta?
A mí me funcionó. No creo en el sistema escolar mexicano, en general me parece malo. Yo aprendí periodismo y edición de revistas en la práctica. En editorial Posada descubrí todo. Aparte, fui historietista durante casi 20 años. Trabajé con doña Yolanda Vargas Dulché y hasta fui su ghost writer en Lágrimas y risas.
*Hugo García Michel nació en la Ciudad de México, en 1955. De formación autodidacta, ingresó a la industria editorial en 1979. De 1994 a 2008 dirigió la revista de rock La Mosca. Es colaborador de Milenio Diario y las revistas Nexos y Marvin. Matar por Ángela es su primera novela.
(Entrevista publicada originalmente en el suplemento Milenio Dominical, el 3 de mayo de 2015)
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