Pertenezco a la última generación pre videojuegos. La que me siguió (quienes ahora están entrando a sus cincuenta años de edad) cayó en ese embrujo, para mí incomprensible, de la afición –muchas veces bobalicona, muchas veces enajenada, muchas veces fanática– por los jueguitos de video, desde el Pac-Man y el Atari hasta las alucinantes sofisticaciones de hoy.
Menciono lo anterior porque no puedo comprender el delirio que está causando en estos días, sobre todo entre los denominados millenials, la aparición de ese juego de realidad virtual llamado Pokemon Go.
Al parecer, pronto veremos por las calles de México a decenas, cientos, miles o millones de personas, celular o tableta en mano, en la persecución de entes inexistentes (llamados pokemones) que ellos creerán reales, situación que los mantendrá con la mente en blanco y la boca babeante, cual obedientes y oligofrénicos solovinos (me refiero, por supuesto, a esos perritos sin hogar que andan en busca de un amo que les dé casa y sustento, no se me malinterprete). Serán como esos zombies de las películas y las series televisivas, seres descerebrados que proferirán sonidos guturales y gritos repetitivos, mientras caminan en masa por Reforma, Juárez y otras bonitas avenidas, desquiciando el tránsito y convirtiendo a la Ciudad de México (y otras ciudades del país) en un caos. Bueno, quizás exagero un poco.
Ahora, en cuanto a lo de los nombres Pokemón y Pejemón, se trata tan sólo de un inocente juego de palabras y de ningún modo trato de establecer similitudes entre los neozombies pokemonistas y los seguidores más fanatizados de AMLO, porque nada que ver. De hecho, me da gusto saber que con tanto trabajo como tiene, al tratar de salvarnos de la mafia en el poder, su chief pueda regalarse un tiempito para irse a San Diego y asistir, en asientos VIP, al Juego de Estrellas de las Grandes Ligas (y hasta entrar a los dugouts para tomarse una foto con David Ortiz, el famoso “Big Papi” de los Medias Rojas de Boston).
¿Cómo dice aquella canción que tanto le gusta citar a Andrés Manuel, la de Chico Che? ¿Quén pompó o quén pagó?
Pero como ya dije: nada que ver.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
1 comentario:
Buenas mi estimado SEÑOR Hugo, hoy me di a la tarea de googlear su nombre ya que recordé esas buenas excelentes revistas llamadas la mosca en la pared. Y es en verdad un placer volver a leerlo como lo hacia ya aproximadamente 8 años y encontré acerca de otra mosca del 2013 que no se por que nunca llego a León Guanajuato. Sin mas que agregar espero tenga una excelente vida y siga con esta clase de discursos SEÑOR Hugo. Que aunque soy un hombre de 27 años desde que apareció la mosca en la pared en mi vid he tratado de seguir un poco la ruta que usted ha marcado, como un fiel seguidor.
Gracias y excelente vida para usted.
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