jueves, 19 de junio de 2008

Noche estupenda (y pudo ser mejor)


Como ya me ha sucedido otras veces, en día de concierto de Los Pechos Privilegiados, mis temores iniciales de una tocada desairada y sin público fueron otra vez contradichos por la realidad. Afortunadamente. Es que varias personas me llamaron, me escribieron o me mandaron mensajes de texto para decirme que las disculpara, pero que no podrían ir y que ai sería pa la próxima. Estaba también el temor al mal tiempo (apenas ayer por la noche cayó un aguacero por estos rumbos). Luego, el hecho de que la fecha coincidió con el estreno en El Vicio de la obra de Fernando Rivera Calderón Todos somos emos o semos los que somos, en la cual además actuaría el Sr. González (quien por obvias razones no podría tocar hoy con nosotros) y hasta con la presentación del libro Las bicicletas y sus dueños de Rogelio Garza (es decir que varios de mis amigos y amigas se repartirían en otros lares). Al cuarto para las diez de la noche, en el Ruta 61 sólo había una mesa ocupada y el lugar lucía horriblemente vacío. Parecía la crónica de un desastre anunciado. Pero no fue así. A partir de esa hora, poco a poco fue llegando gente, en su mayoría parroquianos a quienes yo no conocía, y cuando arrancamos en el escenario, a las diez de la noche con cuarenta minutos, el hoochie coochie bar se encontraba lleno en un ochenta por ciento. Genial. La presentación fue por demás buena y gustó mucho. Cambiamos el orden habitual de las canciones porque la flautista María Emilia Martínez tenía otro compromiso y en esta ocasión tocó en la primera parte del recital. El momento más emotivo y difícil fue cuando dediqué "Los tiempos tristes" a mi hermano Jorge (Q.E.P.D.). La voz se me cortó con un nudo en la garganta y temí que no iba a poder cantarla. A mi sobrina Leyla y a algunos de los presentes se les salieron las lágrimas, pero pudimos seguir adelante (de paso la dediqué también a la memoria de mi padre). En general, creo que fue una estupenda presentación. Entre las personas conocidas estaban mi hijo Alain y su Hallet, mi primo Javier y su hijo Iván, mi hermana Myrna y mi cuñado Jorge (papás de Leyla), Joel Aguirre y su esposa, Graciela (la Happy Hobbit, ¿ex de Juan Óscar?) y un amigo suyo, también Miguel Haller (de Los Músicos de José), Sandra Redman y mi linda cuatita Alma Castro (se dejó venir desde la hermana república de Tlalnepantla). Claro, faltaron muchas de mis más cercanas amistades, aunque espero que asistan a la siguiente tocada. Ya habíamos terminado cuando llegó José Luis Martínez (director del suplemento cultural "Laberinto" de Milenio Diario, acompañado de dos personas, una de ellas, una guapa chava de nombre Dulce que se dedica al canto). Se fueron casi en seguida. Alain y Hallet me dieron un aventón de regreso. Llegué aquí como a la una y media. No llovió en toda la noche y en el cielo resplandecía una hermosa luna llena. Por cierto que en la tarde habíamos ensayado Leyla, Giuliana, Mauricio, Demetrio y yo y al final nos tomamos unas fotitos en el photo booth de mi computadora. Incluyo una (Pechos bajo el agua) en esta entrada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hubieras sido chingón cuando al dedicarle la rola "Los Tiempos Tristes", hubieras tambien dicho: "Gracias Peje, por separarme de mi hermano y destruir a la gran familia mexicana (sarcasmo)". Hubiera sido un éxito aún más grande.