lunes, 13 de septiembre de 2010

La nueva lectura


Pertenezco a una generación para la cual la lectura era algo más o menos común. En una época en la que no había internet , computadoras personales o juegos de video y en la que el libro era accesible y relativamente barato, leer resultaba una actividad lúdica, instructiva, enriquecedora, divertida para muchos de nosotros.
A lo largo de los años pude formar una biblioteca con cientos de volúmenes que hoy llenan todo un muro de mi sala comedor y partes de mi recámara. Mis hijos crecieron rodeados de libros y, no obstante, a sus veintitantos años, no tienen el hábito de la lectura que yo tenía a su edad y desde mi adolescencia. Sin embargo, ellos no son una excepción. De hecho, su generación y las que le siguen (aunque los treintañeros tampoco se salvan) no suelen tener en sus manos un libro y mucho menos leerlo con devoción. Son otros tiempos, aunque a uno le cueste trabajo aceptarlo. Leo en el sitio PopMatters un artículo interesantísimo de Jim Collins ("Bring on the Books for Everyone: How Literary Culture Became Popular Culture") sobre cómo hoy la experiencia de la lectura es diferente y ya no se limita a la relación autor-libro-lector, sino que se ha ampliado debido al surgimiento de las nuevas tecnologías y a la interrelación que hay entre la literatura y otras disciplinas y el libro y otros medios. Así, por ejemplo, la influencia del cine y la televisión resulta determinante para despertar el interés en la lectura entre los jóvenes actuales o incluso entre ese sector que no pertenece a las élites cultas y sin embargo gusta de leer; pero también influyen en ello la internet, las redes sociales y artefactos como el Kindle de Amazon.
Collins pone el ejemplo de El paciente inglés de Michael Ondaatje que es una gran novela, pero se convirtió en una lectura masiva a partir de su adaptación cinematográfica y de la fama que le otorgó ganar nueve premios Óscar en 1996. Incluso fue parte de un episodio televisivo en Seinfeld y los lectores de la cursilísima revista rosa Romance Times la eligieron como la mejor película romántica de la década pasada. Todo ello se sumó para que la novela tuviera millones de lectores en el mundo.
La experiencia de la lectura literaria se ha transformado aún más a partir de entonces. Todo ha cambiado: cómo se lee, dónde se lee y qué se lee. En diversos sentidos, el hecho de leer libros ha dejado de ser una cuestión personal y solitaria y en muchas partes del mundo abundan los clubes de lectura, los blogs y los chats virtuales en los cuales se intercambian puntos de vista acerca de determinada obra.
Para los escritores tiene que haber un cambio, una adaptación a las nuevas circunstancias. Esto ya lo entiende gente como Nick Hornby, Zadie Smith o Alan Hollinghurst. ¿Cómo se adaptarán los autores de países como México para llegar a un público más acostumbrado a la computadora, el iPod o el iPad que al libro en sí? Algunos dirán con desdén que no les interesa ese público, pero el peso de la realidad los forzará a asumir que, como dijo Bob Dylan a principios de los años sesenta del siglo pasado, los tiempos están cambiando... y de manera muy acelerada.

1 comentario:

Su Satánica Majestad dijo...

No leo más que un libro por mes, y este blog lo leo desde mi IPod Touch, y me gustan los videojuegos, ¿tengo salvación? También leía La Mosca. ¿Sí la libro?