jueves, 23 de septiembre de 2010

Todos los días llegan


Leo en esa gran novela que es Noticias del Imperio, de Fernando del Paso, el siguiente fragmento, ficticiamente escrito por la antigua emperatriz Carlota: "Cuando me pongo a recordar todo eso, Maximiliano, me parece mentira que hayan pasado tantos años y que hayan llegado y se hayan ido todos esos días que parecía que nunca iban a llegar. Porque, ¿sabes otra cosa, Maximiliano? Todos los días llegan alguna vez, aunque no lo creas y aunque no lo quieras y por más lejanos que parezcan. El día en que cumples dieciocho años y tienes tu primer baile. El día en que te casas y eres feliz. Y cuando llega el último día, el día de tu muerte, todos los días de tu vida se vuelven uno solo y resulta entonces que tú, que todos, hemos estado muertos desde siempre".
Es un párrafo impresionante por su contundente verdad. Todos los días llegan. Inexorablemente. Uno mira hacia el futuro y hay días que parecen tan lejanos, tan remotos, que el tiempo se vuelve enorme, hasta que de pronto esos días llegan: el día de un viaje, el día de un concierto, el día de un compromiso, el día del fallecimiento de algún ser querido o el día de la propia muerte. Hacia el pasado, en cambio, el tiempo se vuelve muy corto, excesivamente breve y, en efecto, todos los días se vuelven uno solo.
Todos los días llegan. Todos los días tienen que llegar... y lo hacen siempre.

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