Conocí al ingeniero Heberto Castillo en 1976. El 26 de febrero de ese año, mi entonces esposa, Rosa Olivia Hellion Tovar, y yo nos afiliamos al Partido Mexicano de los Trabajadores, PMT, en una asamblea popular en el centro de Tlalpan (el "zócalo" de Tlalpan, como entonces le decíamos). Recuerdo que esa tarde conocimos a Eduardo Valle, "El Buho", y a otros futuros compañeros del partido. Una semana más tarde, Rosa fue nombrada Secretaria de Relaciones Femeninas y yo Secretario de Relaciones Culturales del Comité Delegacional Tlapan. Como tales, junto con otros cinco o seis compañeros tlalpeños, acudimos al poco tiempo a nuestra primera asamblea nacional ordinaria, un sábado de marzo de aquel año, en la sede del PMT, un vetusto y destartalado edificio en la calle de Bucareli. Ahí vimos por primera vez a Heberto Castillo.
Desde aquel día, mi admiración por el ingeniero fue creciente. Ya sabía de él desde años atrás, ya que fue uno de los maestros dirigentes en el movimiento estudiantil de 1968 y fue preso político por esa causa. Ya había leído muchos de sus textos y artículos y sabía de sus esfuerzos, al lado de personajes como Demetrio Vallejo y Tomás Cervantes Cabeza de Vaca por construir una opción política de izquierda ajena al Partido Comunista, el cual dependía demasiado de la línea marcada desde Moscú. Se trataba de conformar una alternativa progresista, nacionalista, democrática, antipriista y antiimperialista (eran los setenta, entiéndase el contexto).
Vi muchas veces a Heberto a lo largo de los tres o cuatro años que milité en el PMT. Asistí a varias de sus pláticas y conferencias que además de instructivas eras amenas y divertidas, debido al irónico sentido del humor de que hacía gala el ingeniero Castillo. Leí algunos de sus libros y hasta tuve el honor de que escuchara algunas de mis canciones (yo cantaba en asambleas y otros actos partidistas, al lado del grupo La Nopalera, conformado por Marcial Alejandro, Maru Enríquez, Javier Izquierdo y el gran Arturo Cipriano, quien en más de una ocasión me acompañó con su sax y su flauta). En ese entonces escribí temas musicales como "Obrero", "La huelga", "Huapango del trabajo", "No tenemos miedo" y hasta una "Marcha del PMT".
Cuando el PMT se fundió con el PSUM y otros partidos para constituir el PMS y más tarde el PRD, mi militancia fue disminuyendo. Sin embargo, mi admiración por Heberto continuó incólume, incluso cuando declinó su candidatura a la presidencia para dejarla en manos de otro ingeniero, Cuauhtémoc Cárdenas.
Heberto Castillo falleció hoy hace dieciséis años. Lo recuerdo con gran afecto como un esplendido ser humano, como una mente brillantísima (como ingeniero es uno de los mejores que ha dado este país), como un verdadero hombre de izquierda y como el político mexicano más honesto y congruente que he conocido.
Un héroe, en el mejor sentido de la palabra.
(Versión larga de mi columna "Cámara húngara" de hoy, publicada en Milenio Diario)
3 comentarios:
Interesante historia, me encantaría que pudieras escribir una semblanza sobre tu hermano Sergio García, claro de aquella parte de la Historia de Sergio que sea poco conocida. Muy interesante tu participación en el PMT, sobre todo las canciones. Feliciades Hugo, muy bien el artículo.
Excelente y oportuno tu blog. Felicidades y gracias por compartir la informacion.
Excelente y oportuno tu blog. Gracias por la informacion.
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