Frente al (relativo) escándalo que se ha suscitado a raíz de la desaparición de la estación radial defeña Órbita y el surgimiento, en la misma frecuencia, de Reactor 105, resulta difícil expresar una opinión imparcial. Sin embargo, como quien esto escribe no pertenece a alguno de los bandos en pugna y carece de compromisos al respecto, puede decir algunas cosas.
Desde siempre y con sus honrosas y escasas excepciones, la llamada radio juvenil ha sido en México el reino de la estupidez más rampante. Locutores oligofrénicos (incluidos aquellos que han querido disfrazar su imbecilidad con el traje casi siempre efectivo de la corrección política), programación deficiente (gobernada durante los últimos años por los cánones impuestos desde MTV y las grandes disqueras), clientelismo vergonzante (se intenta cooptar a los radioescuchas mediante dádivas muchas veces humillantes), pedantería culterana (voces engoladas que no hacen sino repetir lugares comunes) y otros males han hecho de la radio para jóvenes una muestra palpable de nuestro subdesarrollo mental. Frente a esto, resulta difícil lamentarse por la desaparición de ese tipo de estaciones, llámense Rock 101, WFM, Radioactivo u Órbita, ya que su aporte a la cultura musical de la gente es bastante discutible. Claro, en un país donde reina la mentalidad del peor es nada, uno tendría que conformarse con lo que ha habido y lo que subsiste, bajo la consigna de que “al menos programan rock”, aun cuando la manera de programar rock en la radio la mayoría de las veces sea sin la menor contextualización y basada más en las listas de popularidad y las ventas que en una intención mínimamente cercana a la cultura.
¿Llorar porque se desvaneció el proyecto caciquil de Órbita? No veo la razón. ¿Felicitarse por la llegada de los antiguos radioactivos a esa emisora del Instituto Mexicano de la Radio? Tampoco veo razón alguna para ello. Lo que se necesita es una radio juvenil inteligente, crítica, con una intención musicalmente globalizadora e incluso históriográfica; una radio que respete a su público y lo considere maduro y pensante; una radio que sea informal, divertida, entretenida y antisolemne, sí, pero sin que esto se confunda con ser banal, hueca, superficial y frívola. ¿Es eso posible?
Para ser realistas y tal como se miran las cosas en este 2005 que empieza, es como pedirle peras al olmo. Mejor olvídenlo.
(Editorial "Ojo de Mosca" que escribí hace nueve años, en el No. 89 de La Mosca en la Pared)
2 comentarios:
Esta transición se parece mucho a lo que le ha sucedido a cada género musical que he conocido, primero es una parte de la sociedad la que propone un discurso musical, el cual en esencia les pertenece y el cual se puede considerar hasta cierto punto emancipador, para después ser adquirido por los mercaderes y vender ese discurso al mejor postor y pagar por generarlo como si de maquila se tratara, seamos sinceros, en sus inicios cada género musical tuvo precursores que bien o mal fueron propositivos pero ahora todo lo "Post" a eso no es más que un intento por prostituir el género en cuestión y ofrecerlo como vil mercancía. Así la radio, tele y demás, en un principio alguien quiso acercarnos a la música que se hacia en otras latitudes, hoy no es más que un espacio para aumentar los ingresos de ciertas empresas vinculadas al medio a través de sus emisarios. Saludos
Yo también viví esa "transición". Si bien yo no escuchaba Órbita, era un asiduo radioescucha de Radiactivo 98.5. Un tiempo, estuvimos sin rock en la radio, cuando finalmente empezaron transmisiones de Reactor, funcionó perfecto lo de "peor es nada". Después los locutores de la mencionada estación empezaron a pecar de soberbios y a payolear durísimo. El fraude de siempre con el conteo de los 105.7 mejores del año, sus propuestas "poco propositivas" del rock nacional de ínfima calidad, su pretensioso proyecto para impulsar la cultura de una manera solemne que para nada cuadraba con la música que transmitían -aun actualmente-.
Pero, llegó Ibero 90.9, una radio universitaria fresca con pocas o nulas propuestas nacionales, pero al menos con música de calidad y que transmite lo que suena en otros países y continentes, con locutores inteligentes libres de payola y con libertad de expresión. Funciona perfecto para pasar el rato,para escuchar en el auto, como un complemento a las muchas opciones con que contamos ahora para los otros fines.
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