Dos años tuvieron que transcurrir, a partir de la aparición de Jazz, en 1978, para que Queen grabara el que quizá sea su segundo mejor disco. Y para no pocos, el mejor. The Game (1980) es un trabajo impecable. Lo paradójico del asunto es que se trata de una obra perfectamente diferente, casi diríamos que opuesta a A Night at the Opera. Lo que en ésta es grandilocuencia, en The Game es sencillez. Lo que en la primera es virtuosismo un tanto pomposo y a duras pensa contenido, en el segundo es austeridad y una actitud gozosamente rocanrolera. Rock sinfónico contra rock a secas.
Sin ideas conceptuales, sin pretensiones de trascendencia, The Game es un sencillo disco de rock and roll, con una serie de canciones estupendas. La abridora “Play the Game” es emocionante y melodiosa; “Dragon Attack” es potente y dura, con un bajeo irresistible y un Brian May dueño de una guitarra abrasiva; “Another One Bites the Dust” no necesita mayores comentarios, es una pieza clave no sólo de este disco sino de la carrera toda de Queen (¡y la compuso John Deacon!); “Need Your Loving Tonight” (también de Deacon) es una encantadora canción de sonido sesentero; “Crazy Little Thing Called Love” es el mejor homenaje que el grupo pudo hacer a Elvis Presley: escrita por Freddie Mercury, contiene un precioso y preciso solo de Brian May, ejecutado con una vieja Telecaster; “Rock It (Prime Jive)” es una divertida incursión en el new wave con ciertos aires ledzeppelinianos a la “D’Yer Maker”; “Don't Try Suicide”, en cambio, maneja un beat muy sugerente para enmarcar su irónica letra; “Sail Away Sweet Sister” es una hermosísima balada de May que hubiese quedado perfecta en Una noche en la ópera; “Coming Soon” por su parte es otra probadita de new wave; finalmente, “Save Me” corona The Game con una de las más excelsas interpretaciones del grupo. Una conclusión verdaderamente conmovedora y maravillosa para un disco gigantesco.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 13 de La Mosca en la Pared, aparecido en diciembre de 2004).
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