jueves, 28 de enero de 2016

The Velvet Underground and Nico

Parece mentira que uno de los discos más legendarios e influyentes de la historia del rock haya sido grabado en apenas un par de días. Más sorprendente resulta que un álbum tan espléndido y singular haya permanecido en la oscuridad prácticamente durante una década.
  Sin The Velvet Underground and Nico sería muy difícil –si no es que imposible- concebir la existencia de géneros como el glam, el punk, el new wave, el noise, el dream pop y hasta el gótico, para no hablar de varias bandas de lo que en la actualidad se conoce con el ambiguo nombre de indie.
  El trabajo con el cual debutó la banda encabezada por Lou Reed y John Cale -más ese añadido impuesto por Andy Warhol que fue la cantante alemana Nico (un añadido que a la larga terminó por ser muy afortunado y ayudó a que creciera el aura mítica del disco)- es una obra que asombra no sólo por la calidad de todas y cada una de las canciones que la recorren, sino también por la diversidad estilística de las mismas.
  El plato comienza con “Sunday Morning”, una melodía llena de aparente ternura (campanitas incluidas) pero cuya letra habla acerca de un tipo que no ha dormido y a quien la mañana del domingo sorprende en las calles que lucen como un terreno amenazante y ominoso, tan amenazante y ominoso como los rumbos que recorre el narrador de “Waiting for the Man” en busca de un vendedor de drogas que le dará algo que lo hará sentirse bien durante ese día, aunque al siguiente las cosas vuelvan a ser igual de jodidas. “Femme Fatale”, la primera pieza cantada por Nico, es igualmente siniestra en su mensaje de advertencia acerca de una mujer que es capaz de destruir a quien se le ponga enfrente. Por su parte, “Venus in Furs” es un corte mayor, una composición minimal con una persistente guitarra que repite una sola nota a manera de cítara hindú, mientras Reed canta acerca de una singular prostituta. “Run, Run, Run” es un rock casi de garage con una letra dylaniana y un Lou Reed que recuerda al Mick Jagger de aquellos días. La guitarra sucia del propio Reed en los solos es un claro antecedente del noise rock. Viene entonces el contraste con la hermosamente marcial “All Tomorrow’s Parties”, cantada por Nico y con una base percusiva que descubre la importancia del bajo de Sterling Morrison y la batería de Maureen Tucker, al tiempo que John Cale hace resonar un teclado a manera de clavicordio. Una belleza como sacada del Berlín de la preguerra.
  “Heroin” es sin duda la cumbre del también conocido como “el álbum del plátano” (diseño de Warhol, claro). Es una de las grandes composiciones de Reed, el antihimno de un heroinómano, con una letra escalofriante y sólo comparable a la “Sister Morphine” de los Rolling Stones. Un tema que sigue impresionando a casi cincuenta años de distancia con frases como “Heroin, be the death of me / Heroin, it’s my wife and it’s my life / Because a mainer to my vein / Leads to a center in my head / And then I’m better off and dead/ Because when the smack begins to flow/ I really don’t care anymore”. Punto y aparte merece la guitarra en constante feedback que da a la canción su exacto sentido musical. Impresionante. El reposo sobreviene en cambio con la preciosa “There She Goes Again”, una especie de rhythm and blues muy a la Memphis pero con ese inevitable toque neoyorquino de los temas de Reed. “I’ll Be Your Mirror” podría considerarse en sentido estricto como la única canción de amor del álbum. Se trata del último corte cantado por Nico y tal vez sea la canción menos notable. “The Black Angel’s Death Song” y “European Son” resultan los temas más experimentales de The Velvet Underground and Nico. En el primero, la viola de Cale prevalece como leit motiv instrumental, en tanto Reed interpreta una letra más que hermética. En el segundo, la ruidosa improvisación se extiende durante cerca de ocho minutos en un intensísimo jam session de difícil descripción que cierra esta grabación cuya actualidad y frescura permanecen por completo incólumes.

(Reseña que escribí para el Especial No. 29 de La Mosca en la Pared, dedicado a The Velvet Underground y publicado en abril de 2006)

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