Creo que el mayor problema de To Rome With Love (2012), la película No, 41 de Woody Allen, es que un año antes el director había filmado la maravillosa Midnight in Paris. Esto hace que inevitablemente las comparemos y que la cinta romana resulte minimizada por la parisina.
Sin embargo, si evitamos esta comparación, en realidad A Roma con amor resulta un filme amable, grato y divertido, con sus cuatro historias paralelas que jamás se entremezclan (un poco a la manera de aquellas grandes películas del neorrealismo italiano -como Bocaccio 70 o Ayer, hoy y mañana, que contaban tres o más cuentos por separado).
La había visto en el cine, en su momento, y no me gustó tanto (quizá justamente por su inmediato antecedente que me fascinó y me sigue fascinando), pero esta segunda visión me hizo justipreciarla de mejor manera y debo decir que la disfruté mucho, gracias a lo deliciosamente absurdo de algunas de sus situaciones. Cierto que hay una especie de visión turística y promocional de la bellísima capital italiana (conocerla es un pendiente que tengo en la vida), pero lejos de incomodar, nos hace disfrutarla por su estética fotografía toda llena de ocres. Imagino que hubo una especie de trato con las autoridades romanas para facilitar la filmación a cambio de ese retrato preciosista de la ciudad, lo cual no estorba al desarrollo de las historias que se narran y en las que interviene un casting de actores que incluye a Alex Baldwin, Penelope Cruz, Roberto Benigni, Judy Davis, Jesse Eisenberg, Ellen Page y Greta Gerwig, entre otros.
No es una obra maestra, pero tampoco un fallo dentro de la filmografía de Allen. Ahora me gusta más.
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