La corrupción es un fenómeno histórico profundamente arraigado en la sociedad mexicana y casi podríamos decir que existe desde que Hernán Cortés fundó el primer Ayuntamiento español, en la Villa Rica de la Veracruz, hace 497 años.
A lo largo de esos prácticamente cinco siglos de historia nacional, la corrupción ha campeado y se ha escurrido como un líquido negro y espeso hasta humedecer y empapar no sólo a las élites gobernantes, desde la Colonia española hasta la actualidad, sino a la enorme mayoría de los novohispanos, primero, y los mexicanos, después.
No deja de ser paradójico y hasta un tanto cínico que, a pesar de eso, nadie se asuma como corrupto. Los corruptos siempre son ellos, los otros, no nosotros que somos impolutos y por eso podemos acusarlos con dedo flamígero y sin remordimientos de conciencia.
Lo vemos en el caso de los dos gobernadores de Veracruz, el que todavía está en funciones y el que acaba de ser electo, quienes se encuentran en un torneo de acusaciones mutuas para ver quién es el más corrupto de los dos y ambos tienen argumentos contundentes para atacarse. Mientras tanto, nosotros los miramos con vergüenza e indignación, al tiempo que damos mordidas al policía de tránsito para librarnos de que se lleve el carro al corralón o compramos mercancía pirata en los puestos callejeros.
Se dirá que no es lo mismo robar del erario que adquirir la más reciente película de moda por 20 pesitos. Por supuesto que no es lo mismo..., cuantitativamente hablando. Pero ambos son casos de corrupción, aunque busquemos justificarnos.
Corrupción es hacerse rico desde los puestos públicos o los partidos políticos, pero también lo es heredar plazas sindicales; corrupción son las mansiones de los funcionarios gubernamentales o el obtener títulos “profesionales” en los portales de Santo Domingo; corrupción son las casas blancas, pero también presumir de honestidad y entregar declaraciones 3de3 de risa loca.
¿Podrá erradicarse algún día la corrupción en nuestro país, no sólo la de los dineros sino, sobre todo, la corrupción como fenómeno cultural? Habrá que seguir con el tema.
(Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario)
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