Aunque hay quienes aseguran que el álbum debut de los Kinks es un disco mediocre y prescindible, yo me permito discrepar de ello. The Kinks (1964) no sólo es un trabajo solidamente rocanrolero, sino que muestra con gran claridad lo que habría de ser este grupo con el transcurso de los años. Cierto que en el plato abundan los covers, pero cierto también que en el mismo hay algunas composiciones de Ray Davies que alcanzarían la inmortalidad, como “Stop Your Sobbing” y, sobre todo, la genial “You Really Got Me”, piedra de toque en la historia del rock y, para muchos, con el primer riff metalero de todos los tiempos. Sin embargo, hay otros temas que destacan, interpretados con gran desenfado y sentido irónico, algo que se convertiría en sello de la casa. Cortes como “So Mystifyng”, “Just Can’t Go to Sleep”, “I Took My Baby Home” o “Revenge” e incluso covers como “Beautiful Dalilah” y “Too Much Monkey Business’” de Chuck Berry o “Cadillac” de Bo Diddley responden a la música que se hacía en 1964 y aun cuando no redondean el sonido clásico de los Kinks que hoy conocemos, sí lo empiezan a configurar.
(Reseña que escribí originalmente para el Especial No. 43 de La Mosca en la Pared, publicado en octubre de 2007)
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