Cuando hablamos de la historia de los grandes festivales de rock, en seguida se nos viene a la mente el de Woodstock, realizado en agosto de 1969 y que reunió a cerca de medio millón de personas en Bethel, condado de Sullivan, en el estado de Nueva York. Sin embargo, dos años antes hubo otro en las cercanías de la ciudad de Monterey, al norte de California, al que podemos considerar como el pionero de dichas celebraciones y que está cumpliendo medio siglo de haberse llevado a cabo.
El Monterey International Pop Music Festival, su nombre oficial, fue el primero de los encuentros masivos de rock, aunque tuvo como antecedentes a otros acontecimientos similares, en especial el festival anual de Newport, si bien este estaba dedicado al jazz, el blues y la música folk. Con una asistencia cercana a las 50 mil personas, el de Monterey, celebrado del 16 al 18 de junio de 1967, resultó un evento relativamente tranquilo, en el que el espíritu del hippismo convirtió a sus espectadores en portadores de una conducta pacífica y alivianada (para utilizar un término de aquellos días). La ideología de la paz y el amor tuvo ahí su primera gran prueba, al congregar a tanta gente sin que se presentaran disturbios o problemas mayores. De hecho y como detalle significativo, los asistentes estuvieron sentados en sillas individuales perfectamente acomodadas.
Convocado y organizado por John Phillips, integrante del grupo vocal The Mamas and the Papas, y por un par de socios suyos, tuvo lugar en el Monterey County Fairgrounds y para algunos historiadores marcó el inicio del famoso “Verano del amor” del 67. Incluso fue un festival sin fines de lucro, ya que los músicos no cobraron por participar y el dinero de las taquillas fue a dar a una fundación de beneficencia (la Monterey International Pop Festival Fundation que persiste y sigue recibiendo fondos por las regalías que aún deja el festival gracias a las ventas de las grabaciones en audio y video).
Pero si en sí mismo fue un acontecimiento de enorme trascendencia, lo fue más aún por la presencia de algunos de los mejores grupos y solistas de rock de aquel momento, algunos de los cuales tuvieron ahí su presentación en sociedad, dado que no eran tan conocidos a nivel nacional e internacional.
El caso más notorio al respecto fue el de una tímida y a la vez explosiva cantante blanca de blues que aún no trascendía debidamente y que en Monterey irrumpió, al frente de Big Brother and the Holding Company, con una fuerza y un poderío que dejó a todos boquiabiertos. Me refiero, por supuesto, a Janis Joplin, cuya actuación sobrepasó cualquier expectativa y la convirtió de golpe en una super estrella de la música.
Algo similar sucedió con Jimi Hendrix, quien si bien llevaba varios años en el ambiente, tuvo que irse a Londres para sorprender con su talento guitarrístico a la escena británica y sólo entonces ser tomado en cuenta en su propio país. Su presentación en el escenario del festival, a la cabeza del trío The Experience, apabulló a los ahí presentes, quienes no podían creer en el embrujo sobrehumano de aquel músico cuya existencia muchos ignoraban.
Otros puntos culminantes de aquella fiesta, en la que la marihuana, el LSD y otras sustancias circularon libre y alegremente, fueron las participaciones de The Who (lo más explosivo, provocador y antihippie que pudo presentarse ahí), The Grateful Dead, Jefferson Airplane, el músico indio Ravi Shankar y el cantante de soul Otis Redding, quien pocos meses después fallecería en un accidente aéreo.
También tocaron, entre otros, The Association (conocidos en México como Los Asociados y quienes se presentaron muy correctamente ataviados de traje y corbata), Lou Rawls, Johnny Rivers, los Animals, Simon and Garfunkel, Canned Heat, Country Joe and the Fish, Al Kooper, The Paul Butterfield Blues Band, Electric Flag, Quicksilver Messenger Service, Hugh Masekela, The Byrds, Laura Nyro, Booker T. and the MG’s, Buffalo Springfield y Scott Mckenzie. Grandes ausentes (habían sido anunciados, mas por diversas circunstancias no pudieron asistir) fueron los Rolling Stones, los Beach Boys, Cream, Captain Beefheart and the Magic Band y los Kinks.
Eric Burdon escribiría la clásica pieza “Monterey”, en la que cuenta algunos pormenores del festival, y el realizador y documentalista D.A. Pennebaker dirigió la filmación que dio como resultado la película Monterey Pop, todo un clásico (recomiendo la versión en DVD o blu-ray que sacó Criterion Collection).
Antecedente, pues, del gigantesco y mítico festival de Woodstock (1969), del siniestro festival de Altamont (1969) y hasta de nuestra malhadado, vilipendiado, idealizado, condenado y mitologizado festival de Avándaro (1971), el de Monterey se ve hoy, a exactos 50 años de distancia, como un evento un tanto ingenuo e inocente, en el que la ideología del peace and love y del flower power reinaba a plenitud y parecía para millones de jóvenes en Occidente una verdad incontrovertible: la Neta absoluta. Lástima que no fue así.
(Texto mío, publicado el lunes pasado en la sección "El ángel exterminador" de Milenio Diario)
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