martes, 11 de julio de 2017

Yo nomás digo

Se discute mucho sobre el papel del crítico, incluso sobre su necesidad. ¿Cuál es el rol que desempeña, qué tan necesario es que existan críticos, que exista la crítica?
  En el caso de la música, en México ha habido muy pocos críticos que ejerzan su labor con las herramientas suficientes (metodología, rigor, bagaje cultural, capacidad de análisis, lógica argumentativa, buen uso de las analogías, incluso sentido de la ironía) y nunca ha existido un equivalente, por ejemplo, a lo que hace Jorge Ayala Blanco en el campo del cine. Hay gente muy respetable como Sergio Monsalvo o, en diversas épocas, Luis González Reimann, Óscar Sarquiz y Héctor Siever. También en su momento, los escritores José Agustín y Parménides García Saldaña se desempeñaron con fundamentos, propiedad y singular estilo en los terrenos de la crítica musical.
  Hoy el panorama es más bien desolador. Con el advenimiento de los blogs y los videoblogs, muchos se asumen como críticos, sobre todo de rock, pero su desempeño es tan complaciente y limitado, tan falto de rigor y de conocimientos profundos en la materia, que termina por resultar casi siempre lamentable. A eso agréguesele el temor a quedar mal con los músicos analizados y el pánico a ser expulsados del paraíso de los periodistas (es un decir) con prerrogativas (desde entradas gratuitas a conciertos hasta la pretendida amistad con esos músicos). Un pobre vocabulario y un uso bárbaro de lugares comunes son como las cerezas (podridas) de un pastel indigesto y muy poco nutritivo.
  Esta columna intenta ejercer la crítica y yo mismo he tratado de ejercerla desde hace cerca de 30 años. Mi experiencia al respecto me señala que en México existe muy poca tolerancia hacia la crítica real, la cual en el fondo no es más que la expresión subjetiva de una opinión y no una declaración de odio o de supuesta frustración, como muchos la quieren ver.
  Por eso estoy con Tin Tan cuando, en la cinta El Revoltoso, de 1951, dice: “Yo no critico, yo nomás digo”.    
  Pero digo lo que yo quiero.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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