martes, 6 de febrero de 2018

Borges y el tango

Dice Jorge Luis Borges, al principio del segundo capítulo de su libro El tango (Lumen, 2017), que al pronunciar el nombre de Argentina, las dos primeras palabras asociadas que acuden a la mente de la mayoría son gaucho y tango. Eso lo dijo en octubre de 1965, durante una serie de cuatro conferencias que pronunció en un apartamento del barrio porteño de Constitución, al sur de Buenos Aires, y que son reunidas en este volumen. La afirmación sigue siendo válida el día de hoy, aunque ya hay un par de palabras más que asociamos en automático con lo argentino: Maradona y Messi (algo que sería intolerable para Borges, quien odiaba el futbol).
  El tango es un libro fascinante que por su amena claridad nos recuerda aquel otro, hoy casi inconseguible, editado por el Fondo de Cultura Económica en 1977 y que responde al nombre de Siete noches, con un septeto de  esplendorosas conferencias del propio Borges, dedicadas a temas como Las mil y una noches, La divina comedia, el budismo, la poesía, la ceguera, la cábala y la pesadilla.
  Las cuatro conferencias sobre el tango estuvieron perdidas durante casi medio siglo, hasta que fueron dadas a conocer en 2002 por el escritor vasco Bernardo Atxaga, a quien otro vasco, José Manuel Goikoetxea, se las entregó en unos cassettes que había grabado el gallego Manuel Román Rivas, habitante de Buenos Aires en 1965. Tuvieron que pasar tres lustros para que fueran autentificadas y aprobadas por la viuda de Borges, María Kodama, y para que pudieran ser transcritas y publicadas.
  Borges habla del tango como música, pero sobre todo del contexto histórico en que surgió el género, de sus primeros exponentes, del viejo Buenos Aires que tan bien conoció, del poeta Evaristo Carriego, del contenido de las letras, de Carlos Gardel, de compadritos y milongas, de la exportación del tango y de éste como tema literario e incluso cinematográfico.
  Un libro estupendo y lleno de sabiduría, esa sabiduría que Borges tenía no sólo al escribir, sino al hablar también.

(Mi columna musical "Gajes del orificio" de hoy en la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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