jueves, 15 de febrero de 2018

Crossroads

Varias veces he visto esta gran película de Walter Hill y no me canso de hacerlo. La vi por primera vez a fines de los ochenta, en video Beta. Diez años más tarde la conseguí en DVD, en una versión con subtítulos en inglés que aún conservo y que es la que he vuelto a disfrutar.
  Filmada en 1986, Crossroads es un canto a la música de blues más auténtica y gracias a ella, muchos conocimos la historia e incluso la existencia de Robert Johnson, el legendario bluesman que vendió su alma al diablo a cambio de su talento y que alcanzó a grabar 29 canciones originales antes de ser asesinado en circunstancias poco claras (algunas versiones indican que fue envenenado, otras que fue apuñalado en un bar de mala muerte por un marido celoso). Pero la cinta no trata sobre la vida de Johnson, sino que narra la historia de Eugene Martone, un muy joven estudiante de guitarra clásica de la prestigiada academia Julliard de Nueva York, quien es un gran amante y estudioso del blues rural y quiere dar con una composición inédita de Robert Johnson, para rescatarla, grabarla y hacerse famoso. Para ello, logra dar con un viejo sobreviviente de la época del mítico bluesero y quien supuestamente tocó la armónica a su lado: Willie Brown. Lo localiza en un asilo para ancianos neoyorquino y aunque en un principio Brown (quien oculta su identidad con otro nombre) desprecia al muchachito blanco de Long Island que se cree músico de blues, termina por proponerle un trato: que lo saque a escondidas del asilo y lo lleve al Mississippi, donde le revelará la supuesta canción perdida de Johnson.
  De ahí parte Crossroads para convertirse en una road movie con música extraordinaria (gracias a Ry Cooder) y enormes actuaciones, en especial las de Ralph Macchio (¿recuerdan al Karate Kid?) y John Seneca en los dos papeles principales, aunque también hay que destacar la presencia de la preciosa Jami Gertz y, al final, la de Steve Vai en el famoso duelo de guitarras.
  Como habrá quienes nunca hayan visto esta película, no mencionaré las muchas incidencias de la misma ni el papel que juega el diablo en la trama. Sólo diré que Walter Hill (el mismo director de The Warriors, Streets of Fire, Last Man Standing, Southern Confort, Extreme Prejudice, Wild Bill, 48 hours y otras grandes cintas) hace aquí un homenaje espléndido al blues rural y a la fugura de Robert Johnson, quien se convirtió en un músico mucho más conocido en el mundo a raíz de la cinta.
  Si no la han visto y les gusta el blues, búsquenla con denuedo. No es fácil de conseguir y no está en los sistemas de streaming, pero vale la pena tratar de dar con ella y disfrutarla, como yo lo he hecho tantas veces y lo seguiré haciendo.

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