El pasado 22 de enero se cumplieron cien años del nacimiento del gran escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia. El literato vio la primera luz en la ciudad de Guanajuato, en un 1928 marcado por acontecimientos como el asesinato de Álvaro Obregón y el clímax de la guerra cristera.
Su estilo narrativo está signado por el sentido del humor, mismo que se refleja a lo largo de sus novelas, cuentos, obras de teatro, crónicas y artículos de opinión. Era el suyo un humor ácido y negro, tremendamente crítico y terriblemente divertido. Un humor que no pierde vigencia gracias a la frescura de su ironía y al tino con que disparaba sus sarcásticas balas. Este humorismo, sin embargo, hizo que la solemnidad reinante dentro del mundo de las letras mexicanas lo considerara como un escritor menor, cuando es todo lo contrario y el tiempo se ha ido encargando de situarlo en el sitio que merece.
A mi modo de ver, se trata de una de los mayores plumas que ha dado nuestro país, al lado de un Martín Luis Guzmán, un Alfonso Reyes, un Juan Rulfo, un Juan José Arreola o un Ricardo Garibay.
Así como William Faulkner creo el ficticio Yoknapatawpha y Gabriel García Márquez el no menos ficticio Macondo, Ibargüengoitia hizo lo propio con Cuévano, ese lugar de la república mexicana tan peculiarmente parecido a Guanajuato (lo que le ganó el odio eterno de muchos de sus paisanos).
A un siglo de su llegada al mundo, me permito recomendar siete (número cabalístico) libros fundamentales de su no tan vasta obra (Jorge Ibargüengoitia murió relativamente joven, el 27 de noviembre de 1983, a los 55 años de edad, en un infortunado accidente de aviación en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, España), la cual incluye media docena de novelas, dos libros de cuentos, algunos volúmenes que recopilan sus trabajos periodísticos (básicamente columnas) y otros que reúnen su labor como dramaturgo, en la que también brilló con luces propias.
1.- Estas ruinas que ves (Joaquín Mortiz, 1975). Una novela prácticamente perfecta. El humorismo de Ibargüengoitia a plenitud. Aunque muchos críticos la desprecian y la consideran “menor”, a mi modo de ver están aquí todas las cualidades del autor para contar una historia: su amenidad, su agudo retrato de costumbres, su espléndido desarrollo de situaciones y personajes, su habilidad para jugar con la trama, su concreción, su ritmo narrativo. Cabe señalar que fue este el libro que le atrajo el rechazo de un buen número de guanajuatenses, debido sobre todo al jocoso y despiadado retrato que hizo de su cándida élite culterana.
2.- Dos crímenes (Joaquín Mortiz, 1979). Podría decir prácticamente lo mismo de esta obra que lo que escribí sobre Estas ruinas que ves. De hecho, hay muchos puntos de contacto entre ambas, si bien las tramas son por completo diferentes y Dos crímenes se acerca más a la novela negra, con un humor desparpajado y genial.
3.- Los relámpagos de agosto (Joaquín Mortiz, 1965). La primera novela del escritor y la primera de las tres que escribió con temas históricos (las otras son Maten al León, de 1967, y Los pasos de López, de 1982, conocida en España, donde apareció un año antes, como Los conspiradores). Los relámpagos de agosto es un hilarante retrato de la revolución mexicana y a pesar de su tono sarcástico, puede situarse con tranquilidad a la altura de obras como La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán o Los de abajo de Mariano Azuela.
4.- Las muertas (Joaquín Mortiz, 1977). La única novela “seria” de Jorge Ibargüengoitia. O al menos eso pretendió hacer. Ciertamente, esta historia inspirada en el caso de las Poquianchis (unas lenonas que manejaban casas de prostitución en varias ciudades del estado de Guanajuato a fines de los años cincuenta y principios de los sesenta del siglo pasado y cuyo caso criminal fue ampliamente conocido en su época) es tratada de manera casi documental por el autor, con la misma claridad y amenidad de sus otras novelas y, a pesar de su tono serio, tiene algunos pasajes que llevan a la sonrisa, debido sobre todo a la ridiculez intrínseca de los personajes que retrata y de la historia que nos presenta.
5.- La ley de Herodes (Joaquín Mortiz, 1967). Se trata de la primera publicación del guanajuatense, un muy divertido libro de cuentos, varios de ellos memorables, en especial joyas como “La mujer que no”, “What became of Pampa Hash”, “La vela perpetua” o “Falta de espíritu scout”. Un libro que no pierde actualidad y sigue haciendo reír después de 50 años de haber sido editado.
6.- Instrucciones para vivir en México (Joaquín Mortiz, 1990). De los varios libros recopilatorios de la obra periodística de Ibargüengoitia, casi todos publicados después de su muerte, este es el más recomendable (aunque Viajes en la América ignota, de 1972; La casa de usted y otros viajes, de 1991; Misterios de la vida diaria, de 1997, y el inconseguible Autopsias rápidas, de 1988, no se quedan atrás. El escritor toca con agudeza e ironía toda clase de temas y lo hace con una prosa que es una delicia. Muy recomendable.
7.- Sálvese quien pueda (Editorial Novaro, 1975). Un libro explosivo y políticamente incorrectísimo (en especial si lo vemos desde nuestro 2018, tan lleno de censura por parte de las buenas conciencias inquisitoriales que deambulan por las redes sociodigitales), sobre todo por el capítulo “Las mujeres y los niños primero”, todo un canto a la misoginia más sarcástica. Estuvo muchos años agotado, pero acaba de ser reeditado por Joaquín Mortiz.
(Lista que me fue publicado el día de ayer en el sitio Sugar & Spice)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario