lunes, 1 de diciembre de 2008

Mis ídolos: 1. Enrique Borja. La nariz que metía goles


¿Qué es un ídolo? En un mundo tan dado a endiosar a personajes cuyos meritos resultan más que dudosos y cuyas cualidades dependen más del marketing que del talento o el carisma, esa palabra –ídolo- ha perdido su sentido original y se ha transformado en un pretexto más para el consumo. Hoy día, se hace necesario entrecomillar el término. “Ídolo” es Luis Miguel. “Ídolo” es Ricardo Arjona. “Ídolos” son Christian Castro, Saúl Hernández y el grupo RBD. En el deporte pasa lo mismo. Los ídolos de ayer (el “Ratón” Macías, el “Pelón” Osuna, Pedro Rodríguez, Joaquín Capilla, Horacio Casarín, “Chava” Reyes) eran auténticos, labrados más por la vida misma y por sus hazañas competitivas que por la difusión manipuladora de los medios. No sé de cierto si Enrique Borja haya pertenecido a esa estirpe de verdaderos ídolos populares. Lo que sí sé es que es uno de los pocos ídolos que he tenido en la vida (¿cuántas veces escuché emocionado la exclamación “¡gol de Borja!” durante cerca de tres lustros?) y que fue mi héroe durante buena parte de mi infancia y adolescencia. Por eso no lo entrecomillo.
Enrique Borja, el “Cyrano”, nació en la colonia San Rafael del Distrito Federal en 1946. Pese a su físico desgarbado y en apariencia enclenque, pronto destacó como futbolista y llegó al equipo Universidad en 1964, tan sólo dos años después de que los Pumas ascendieran a la primera división del futbol nacional. Su debut se dio un tanto inesperadamente, cuando su entrenador y descubridor, el argentino Renato Cesarini, lo llamó para alinear en un partido contra el Zacatepec, luego de que el delantero titular Alberto Etcheverri se lesionara. El joven de diecinueve años no anotó en ese juego, pero destacó tanto que de inmediato llamó la atención de propios y extraños. No tardó en convertirse en titular y figura goleadora de la escuadra del Pedregal, al lado de jugadores como Elías Muñoz, Aarón Padilla y José Luis González, entre otros. Durante las cinco temporadas que permaneció en el UNAM, se convirtió en el ídolo de todos los que seguíamos al equipo de la playera dorada con delgadas líneas azules. Verlo jugar era un espectáculo. Sus remates inverosímiles le permitían meter goles inauditos, irreales. Carecía de técnica individual y casi se diría que era torpe. A veces, cuando corría, su velocidad era tal que parecía que en cualquier momento sus piernas se enredarían y caería al suelo con estrépito. Nada de eso. Con gran frecuencia esa velocidad le permitía llegar al balón antes que los defensas rivales y golpear el esférico de manera letal con la frente, la nuca, la rodilla, el muslo, el pie o lo que fuera. Por eso logró un promedio de quince goles por torneo y por eso fue llamado por Ignacio Trelles a la selección nacional que asistió al Campeonato Mundial de 1966 en Inglaterra.
Recuerdo como si fuera ayer la transmisión televisiva, en glorioso blanco y negro, del partido entre México y Francia. A mis once años de edad pude ver aquel bizarrísimo gol de Borja, quien luego de recibir en el área chica un centro del “Gansito” Padilla, abanicó entre varios defensas galos para girar trescientos sesenta grados sobre su eje y volver a conectar la bola que se metió angustiosamente en la meta de los franceses. La maravillosa narración de Fernando Marcos hizo aún más emotivo y emocionante aquel momento inolvidable: “¡Borja, no falles! ¡No falles! ¡Gol de México! ¡Ahora es cuando, muchachos! ¡Adelante que hay calidad! ¡Adelante que hay gracia!”. Aunque cuando empató Francia, el propio don Fernando se lamentaría con su dramático lenguaje cercano a la poesía: “¡Una falla, un error! ¡Ese maldito error que siempre nos acompaña y la fortuna que nos voltea la espalda!”.

Con la selección mexicana, Enrique Borja anotó cincuenta y dos dianas (aunque intereses comerciales le impedirían ser el centro delantero titular en el Mundial de México en 1970). Hubo un gol en especial, de palomita, en un amistoso contra Italia, que fue una obra de arte.
En 1969, el propio Borja y los aficionados Pumas sufrimos un golpe artero cuando el América compró al centro delantero sin el consentimiento de éste. De nada le valió protestar (“No soy un costal de papas”, declaró públicamente). Los reglamentos de aquel entonces desprotegían al jugador y lo condenaban a un regimen de esclavitud peor que el actual y Borja fue obligado a dejar a los auriazules y a enfundarse la casaca crema.
Diez años permanecería el “Cyrano” con los de Coapa y hay que aceptar que ahí tuvo momentos de gloria. Fue campeón de liga con el equipo en dos ocasiones y consiguió tres campeonatos de goleo consecutivos (en 1970-71, 1971-72 y 1972-73). Con el “Monito" Rodríguez y Juan Manuel Borbolla como extremos surtidores de centros y sobre todo con el chileno Carlos Reynoso como magistral mediocampista, Borja formó parte de uno de los mejores cuadros de todos los tiempos en el futbol nacional. José Antonio Roca era el técnico americanista que logró instrumentar un estilo ofensivo y espectacular. Borja hizo entonces goles prodigiosos (recuerdo en especial uno que le metió al Monterrey en el Estadio Azteca, sin ángulo de tiro, de volea, en el exacto nido de las arañas). Para su desgracia, después de un tiempo tuvo conflictos extrafutbolísticos con Reynoso (por unas revistas de historietas –Condorito y Borjita- que ambos sacaron a la venta) y con Roca y ambos, quienes conformaban una especia de mafia interna, le hicieron la vida imposible (prácticamente lo condenaron a la banca), hasta obligarlo a retirarse prematuramente del futbol.
Su último partido se llevó a cabo el domingo 18 de septiembre de 1977. Fue un América-Universidad en el Azteca. Borja nunca había podido anotarle un gol al equipo que lo vio nacer y esa tarde le hizo dos, para una despedida apoteósica ante más de ciento diez mil espectadores. Debo confesar que es la única vez que he disfrutado una derrota de los Pumas.

5 comentarios:

MoLaRoCk dijo...

Buenos Días Sr. Michel!

¿Crees que Cuauhtemoc Blanco sea un idolo?

En una discusión radiofónica en Pasion W, la mitad de la mesa convino que si, la otra mitad que no.

Yo reuerdo haber gritado su golazo ante Belgica en el el Mundial del 98 como pocos, su gol ante los juveniles de Brasil en la copa de Oro disputada aquí en el Azteca, y muchos mas, tal vez en mi lenguaje cotiadiano decir que es mi Idolo no sea precisamente la palabra con lo que lo describiría, pero sin lugar a dudas es de los mejores jugadores que he visto jugar en mi vida (27 años).

Un Abrazo

Nota: Si, si le voy al America, pero es una pregunta lejos de cualquier fanatismo extremo, solo disfruto del Futbol si apasionarme de mas.

ALBERTO VILLACORRAL dijo...

DESGRACIADAMENTE ESA PALABRA HOY EN DIA SE HA VUELTO PARTE DE LA MERCADOTECNIA.

LAS NUEVAS GENERACIONES CONOCEN ALGO NUEVO Y LE PONEN ESA ETIQUETA, YA NO EXISTE LA GENTE QUE REALMENTE SABE LO QUE ES DECIR IDOLO SIN TENER UN FUNDAMENTO PROPIO, SIGUEN A LA MASA, SIGUEN AL GRUPITO O SOLISTA DEL MOMENTO Y YA.

Y YO CREO QUE NO ES POR AHI, LA PALABRA VA MAS ALLA,YO NO TENGO UNO, TENGO VARIOS IDOLOS, PERO CON UNA BASE, ME HE IMFORMADO DE SUS HISTORIAS, QUE HICIERON, CUANTO TUVIERON QUE PASAR PARA LLEGA A LOGRAR LO QUE HOY SON (UNA VERDADERAS LEYENDAS), Y NO HABLO NADA MAS DE LA MUSICA, EN GRAL.

YO SE QUE EXISTE GENTE QUE AMA A PANDA, JAGUARES, REIK, A LOS GRUPITOS QUE SALEN DE LA CAJA IDIOTA A MIL X HORA, PERO LES PREGUNTO, SABEN COMO EMPEZARON, DONDE O COMO SALIERON, QUE LES DIO POR CANTAR, SEGUN ELLOS, DE DONDE SALIO LA LANA, PORQUE HAN TENIDO QUE VALERSE DE TELERISA Y TV AZTONTA LA GENTE (LO DIGO X ESA VAQUITAS SAGRADAS COMO SAUL HERNANDEZ) PARA SEGUIR EN EL MEDIO.

COMO DICEN POR AHI QUE TANTO ES TANTITO.

Anónimo dijo...

Aaaargh, que doloroso es admitir que Borja es tambien un idolo 'crema', aunque no deja de ser bastnate ironico que jamas haya podido meterle un gol a los Pumas sino hasta el dia de su despedida. Yo tambien tengo un idolo puma, Jorge Campos. Se me enchina la piel recordar cuando a los 10 anios vi como destrozaron al 'glorioso' y arrogante America de los ochenta (del cual no queda ni la arrogancia en estos tiempos) por fin en una final. Todo esto sin olvidar el salto que di cuando Brizio pito el final del encuentro tras una atajada en la raya de Campos a cabezazo de Alex Dominguez.

Que paso con los Pumas Hugo? Pasaron de ser un equipo forjador de idolos a un equipo que sufre para ganar. Tanto se desmorono tras la muerte de otro grande como Guillermo Aguilar Alvarez?

Edgar López dijo...

Y Borja abrió el costal de papas y dijo:

Son las mejores papas que he comido.

Y se volvio un estandarte de dos de los mejores y mas importantes equipos de este país.

eduardo q. dijo...

Chale Hugo. Futbolcititito mexicano otra vez.

!Dios nos libre!

!BLUES!