domingo, 19 de septiembre de 2010

Sergio (I)


Al filo del mediodía, me habló Ivette por teléfono. Me dijo que Myrna estaba muy preocupada porque Sergio no daba señales de vida en su casa, a pesar de que ahí estaba su coche y alguna ventana permanecía abierta. No se escuchaba música y no se notaba movimiento alguno. Iban a esperar un par de horas más y si todo continuaba igual, entrarían con una llave que el propio Sergio les había proporcionado. A las tres de la tarde, Ivette me volvió a llamar con la voz quebrada por el llanto. Habían encontrado el cuerpo de nuestro hermano, tirado bocabajo en su recámara. Al parecer había sufrido un infarto y por los indicios, era posible que llevara uno o dos días de haber fallecido.
Me quedé pasmado, con la misma horrible sensación que tuve cuando, el 26 de abril de 2008, la propia Ivette me llamó para decirme que nuestro otro hermano, Jorge, había amanecido muerto en su cama. Yo había quedado de ir a ver esta tarde a mi mamá y convine con Ivette en que iría de todos modos y para no trastornarla (tiene ochenta y ocho años y no sabíamos cómo podría reaccionar al saber que acababa de perder a otro hijo), nada le diría aún sobre Sergio. Así lo hice y estuve con mi madre, quien pasó el rato muy contenta y despreocupada. En mis adentros, yo me moría de dolor y preocupación. Al salir de ahí, pasé a la casa de Rosa, donde me quedé un rato, a la espera de que Ivette me recogiera en su carro. Para entonces, ya habían arreglado los trámites del velorio y ya habían avisado a los hijos de Sergio sobre el fallecimiento de su papá.
Alain me acompañó y a las ocho de la noche llegamos al lugar donde lo velaríamos, situado paradójicamente en la colonia Sección XVI, a una cuadra de donde fuera el Foro Tlalpan, el legendario lugar fundado por Sergio en los años ochenta como cine club y como lugar de música y donde se iniciaron tantos músicos independientes, como Jaime López, Roberto González, Nina Galindo y Rockdrigo, entre muchos más. Aún éramos muy pocos. Al ver el ataúd, cerrado, me fue imposible creer que dentro del mismo se encontrara el cadáver de mi hermano Sergio. ¿Cómo concebir que ahí reposara alguien que no se daba punto de reposo y que siempre estaba activo y lleno de proyectos? Era pasmante. Varios arreglos florales (uno con una banda que rezaba “Un toke de roc”, el título de su película más conocida) y una foto muy hermosa de su rostro, con su clásica boina y su proverbial sonrisa, daban fe de quién estaba ahí. Esa noche sólo acudieron algunas amistades y parientes, pocos en verdad. Sus hijos venían en camino desde Guanajuato y San Luis Potosí. El dilema era si debíamos o no informarle a mi mamá sobre lo sucedido. Decidimos hacerlo al día siguiente, muy temprano, antes de que alguien pudiese llamarla para darle el pésame.

5 comentarios:

spock dijo...

Don Hugo

Leí acerca del fallecimiento de su hermano hace un par de días. Vi su pelicula Un toke de roc, hace muchos años. Le dejo mis condolencias.

Anónimo dijo...

Animo Hugo.

Charro Negro dijo...

Una sonrisa y un abrazo Hugo.
Espero tu mamá lo haya podido manejar.

LA Matrsuhka dijo...

dejare a un lado las criticas a la mosca hoy, para hacer un homenaje a un verdadero artista independiente, un verdadero prodigio del cine mexicano, subvalorado
pero nunca suficientemente apreciado
alguna vez, cuando vi "un Toke de rock", me dije a mi mismo "quiero ser como sergio garcia"
descanse en paz

Anónimo dijo...

Descanse en paz tu carnal Hugo. No hay palabras que regresen una poca de tranquilidad, pero si se puede acompañar al silencio para no hacerlo tan amargo. Un abrazo.