sábado, 18 de septiembre de 2010

¡Viva México, cabrones!*


Un conocido me confesó hace un par de días que le gusta manifestarse como mexicano mientras se bebe una botella de tequila, escucha a José Alfredo Jiménez y grita “¡Viva México, cabrones!”. No me lo dijo en forma irónica, sino con toda la sinceridad del mundo. Esa es su manera de sentirse patriótico, así sea una vez al año, cada 15 de septiembre y especialmente en este Bicentenario del Grito de Dolores.
De hecho, hay millones de compatriotas para quienes ser mexicano se resume en esa frase retadora, al mismo tiempo agresiva y defensiva: “¡Viva México, cabrones!”, con su variante menos violenta pero igualmente chauvinista de “Como México no hay dos”.
Educados por el “Mexicanos al grito de guerra” y por una visión distorsionada y falseada de la historia que nos viene de los liberales del siglo XIX (sabemos que la historia la escriben siempre los vencedores), los mexicanos crecemos con la idea patriotera (y no patriótica) de que todo lo extranjero es nefasto y que debemos estar siempre alertas ante los embates de ese ente malévolo que es el extraño enemigo, ese masiosare (muchos ni siquiera reparan en que el himno nacional dice “mas si osare”, es decir, “pero si se atreviera”) que nos hace estar en constante actitud de auto protección paranoica y explica en buena parte nuestra vocación por aislarnos del resto del mundo.
“¡Viva México, cabrones!”, gritamos cada septiembre (o cada vez que juega la selección mexicana de fut) y con ello saldamos nuestro compromiso con esa entidad vaga e imprecisa que llamamos Patria. No importa que poco o nada sepamos sobre nuestra cultura, nuestra literatura, nuestras artes plásticas, nuestra música, nuestra diversidad étnica, lingüística, gastronómica, geográfica. La ignorancia sobre lo que verdaderamente es este país (formado en realidad por muchos países) la suplimos con un grito, una botella de tequila y una canción ranchera.
“¡Viva México, cabrones!”… y así hasta el infinito, por los siglos de los siglos.

*Publicado hoy en mi columna "Cámara húngara" de Milenio Diario.

1 comentario:

Antonio Martínez dijo...

Eso es muy triste: que como está el himno escrito en el más bello castellano,para algunos es como si lo cantaran en otro idioma y por inercia.